Llamas vivas con auténtico sabor a carne
Carlos López
Araguaney es sinónimo de tomar buen alimento por la boca. Los clientes tienen muy claro a lo que van y les gusta la oferta recia y sencilla, pero llena de sabor y contundencia carnosa. En este sitio no hay distracciones, se ganan la vida dando de comer suculentas carnes de vacuno asadas a la parrilla con un foco de calor a base de llamas vivas sin aportes de humos dominantes.
En esta casa al final del asado todo sabe a carne. El nombre proviene de un árbol venezolano, que según dicen los proverbios indios; allá donde hay un Araguaney, es un buen sitio para estar. Restaurante especializado en tres tipos de carnes de vacuno: el Mamet –ternero lechal–; la Rubia –raza autóctona gallega alimentada de leche y hierba–; y la Vaca vieja –mínimo 8 años de edad–.
Acompañan estas piezas una variada y amplia bodega representada por una veintena de regiones vitivinícolas de España. Buenos caldos, buen ambiente, buen tejido animal musculado, buenas hechuras, corte prominente, entrantes justos y necesarios, correctos teloneros –buenos ibéricos, manchegos, ensaladas y ostras–. Un valor seguro para los amantes de la buena carne, de eso se encargan con esmero y dedicación María José y Darío.
Crónica publicada en la edición en papel del Amanaque Gastronómico de 2020.
Ternera y Mamet.
Una de las mesas de Araguaney.