La arraigada cultura del “esmorzar” en la Comunidad Valenciana saltó hace ya un tiempo de los bares de pueblo, los auténticos templos de este rito culinario y social, donde amigos, familiares y hasta compañeros de trabajo interrumpen, a media mañana, sus quehaceres diarios, al menos, durante una hora, para saltar a las redes sociales, especialmente a Instagram, y también a medios de comunicación nacionales e internacionales que se hacen eco de esta práctica tan nuestra.
Gerard S. Ferrando
“¿Este dissabte quedem per a esmorzar?” ¿Cuántas veces se habrá pronunciado esta frase en un pueblo de la Comunidad Valenciana? Esta proposición, realmente, suele ir más allá del acto de alimentarse, del hecho de nutrir nuestro cuerpo con una necesidad tan vital. Sí, porque como tantas otras tradiciones culinarias valencianas, como compartir una paella, por ejemplo, este sentarse a la mesa va mucho más allá. Implica socializar, contarse las penas, actualizar, por qué no, los últimos cotilleos, comentar la actualidad política, debatir sobre el resultado del último partido de fútbol de nuestro equipo, contar batallitas de la infancia, hacer planes de futuro y mucho más. Eso siempre ha sido así, el “esmorzar” era y es sinónimo de compartir, de socializar. Tal vez, precisamente, por ello, se ha hecho tan popular, en los últimos años, en redes sociales como Instagram. No hay más que hacer una pequeña búsqueda en ella para encontrar decenas de cuentas sobre “el esmorzar”, el “esmorzaret” o sobre “el almuerzo” en castellano.
Existen, incluso, los premios “Cacau d’or” al mejor “esmorzar”, patrocinados por Amstel, y cuya final se suele celebrar, cada año, en Mediterránea Gastrónoma, allá por los meses de noviembre o diciembre.
Los orígenes del “esmorzar”
Pero, de dónde viene esta tradición del “esmorzaret” y cuáles son sus puntos clave. Los orígenes, como sucede con tantas otras tradiciones, no están del todo claros. Hay quien afirma que se inicio en los bares cercanos a los campos de cultivo de l’Horta, cuando los jornaleros paraban a descansar, tras las primera horas de duro trabajo y para coger fuerzas para afrontar el resto de la jornada. De hecho, era muy típico, y todavía lo es en ciertos lugares, llevar el bocadillo de casa y pagar solo la bebida y el aperitivo, lo que aún se conoce como “el gasto” y que en cada pueblo se sabe muy bien qué cuesta. De ahí a que en estos “esmorzars” se volviera un clásico el cacau del collaret (una variedad autóctona bastante apreciada) así como las olivas, los tramussos (altramuces), algunos otros encurtidos o también la clásica ensalada valenciana, con tomate, lechuga y cebolla tierna cortada en juliana.
Horarios posibles o aceptados…
Otro factor clave, y también fruto de discusión o debate, es la hora en que se puede gozar de este “esmorzar”. Los más puristas lo establecen a las 9 de la mañana, aunque lo más habitual suele ser, más bien, sentarse a la mesa entre las 10 y las 10:30. Hay muchos bares que indican, bien visible en el local, la hora de inicio y de fin que puede alargarse, incluso, hasta las 12 horas, aunque en este caso ya estaríamos hablando de un “esmorzar-dinar”, más aún si el sitio elegido es uno de esos bares, cada vez más frecuentes, que ofrecen la posibilidad de meterse, entre pecho y espalda, un pan entero, bien condimentado, además, de abundante carne o embutido.
¿Qué lleva un buen “esmorzar”?
Sobre el relleno que puede o debe llevar este bocadillo las opciones son tan amplias y tan variadas, que lo dejaremos “al gusto del consumidor”. Solo algún apunte, suelen triunfar los de carnes diversas, como el pollo a la brasa, el solomillo o “llomello”, los embutidos, pero también los de calamares, sepia o incluso el vegetal, que aunque pueda parecer contradictorio suele llevar atún, huevo y mayonesa.
Hay lugares o festividades incluso con sus clásicos particulares. Por ejemplo, en la Feria de Xàtiva, en el mes de agosto, el almuerzo estrella es el de sardina salada con huevo. Eso sí, no se suele poner dentro del pan, aunque sí que se acompaña con él. Para degustarlo, basta con ir a uno de los bares de la capital de La Costera y pedir “un firero”.
¿Con qué maridar un almuerzo?
Una vez elegido el sitio, la hora y hasta los acompañantes, normalmente convocados previamente, pero a los que siempre se puede sumar algún comensal de última hora, sobre todo cuando la cita en cuestión se da en un pequeño pueblo un día de fin de semana, llega el momento de determinar cómo se va a maridar este homenaje culinario. La tradición, de nuevo marca que sea con cerveza bien fría o también, más clásico aún, con “vi amb llimonà” (vino con gaseosa), aunque últimamente se ven también otras alternativas como el agua, por aquello de mantener la forma y la salud, la cerveza con limón, cada vez más arraigada, o los refrescos azucarados, tal vez la opción menos recomendable de todas.
El cremaet y cómo alargar la quedada
Antes de dar por finalizado este encuentro culinario y social toca elegir un último, o penúltimo, aspecto. Hablamos, cómo no, del café de rigor. Y ahí, de nuevo, las opciones se multiplican exponencialmente. Solo hace falta ver la cara del camarero o camarera en cuestión cuando va a preguntar por los cafés a una mesa algo extensa en la que sabe, o intuye, además, que cada cual tiene un gusto diferente. Café solo, cortado (no confundir con el café con leche), descafeinado de máquina, descafeinado de sobre, bombón (café con leche condensada) o, sin duda, el rey y el colofón más auténtico de un “esmorzar” como es “el cremaet”, un café con ron o con otro licor que, al quemarse, elimina el alcohol, pero le da un toque único y especial a esta bebida, que también se puede aromatizar con canela, limón o incluso con granos de café.
Por cierto, otro aspecto que tampoco suele faltar son esos clásicos tacos de servilletas de bar, que se parecen más bien al papel de fumar y que, aunque a veces llevan impresos mensajes que tratan de ser inspiradores, no suelen servir demasiado para el propósito que se les suponer, a saber, limpiarse las manos, por lo que es habitual que la mesa acabe con varios montoncitos de ellas por aquí y por allá.
Decíamos que el “cremaet” era el último o penúltimo aspecto del “esmorzar” porque también es frecuente, sobre todo los fines de semana, que a este siga una, o dos, rondas de chupitos o incluso alguna más de cervezas por aquello de alargar la quedada, más aún cuando el calor ya empieza a apretar… y enganchar, de paso ya, con la hora de comer.
Los instagramers del “esmorzar”
Otro factor cada vez más extendido es el tomar fotografías del bocadillo en cuestión, del bar, de los entrantes o también de ese “cremaet” perfecto con sus capas bien diferenciadas se está convirtiendo ya en una tradición. Algunos lo hacen para compartirlo, normalmente por Whatsapp, con su gente. Es habitual, por ejemplo, poner una foto de los comensales y mandarla a un grupo para dar envidia y “picar” a aquellos que no han asistido.
Otros, en cambio, van más allá y suben estas elaboraciones a sus redes sociales. Como decíamos al principio, cada vez hay más cuentas de Instagram dedicadas a esta cuestión. Entre ellas se encuentran algunas como “La ruta dels esmozars”, con casi 70.000 seguidores; “esmorzaret”, con más de 36.000 seguidores; “esmorzar de categoria”, con unos 20.000 seguidores; “esmorzars populars”, con casi 7.000 seguidores. Y, en versión castellana: “almuerzos de la terreta”, con más de 7.000 seguidores” o “Almuerzos populares”, con unos 4.000 seguidores.
Los templos del “esmorzar”
Como hemos indicado, un factor recurrente de debate a la hora de ir a “esmorzar” es elegir el sitio, y también la compañía. Para gustos colores. Son muchos, y muy variados, los lugares, en toda la Comunidad Valenciana, donde degustar esta tradición tan valenciana con garantías. Así que solo vamos a nombrar algunos de ellos, en la ciudad de Valencia, a modo de ejemplo, y nos mantenemos abiertos a aumentar esta lista con vuestras sugerencias, fotos y comentarios.
Central Bar (Mercado Central), el esmorzaret según Ricard Camarena, chef dos estrellas Michelin.
Bar Marvi (Santos Just i Pastor, 14), gasto, croquetas, langostinos, pulpo steaktartar y bocadillos…
Alenar Bodega Mediterránea (Martínez Cubells, 6), bocadillos tradicionales valencianos con un toque innovador.
La Pascuala (Dr. Lluch, 299), bocadillos tamaño “no hay mañana” frente a la playa de la Malvarrosa.
Bar Mistela (Riu Nervión, 11), reinterpretación de los clásicos.
Casa Guillermo (Progrés, 15), las mejores anchoas de la ciudad y un buen surtido de salazones.
Bar Ricardo (Doctor Zamenhof, 16), desde 1947 haciendo tapas y barra
Cremaet (Avenida del Puerto, 20), con ron, fuego y café por bandera y con una carta extensa de raciones, brasas, arroces, chacinería.
La Pérgola (Paseo Alameda 1), pequeño quiosco con una gran terraza, un auténtico clásico.