Esmorzar, del bar al Instagram

La arrai­ga­da cul­tu­ra del “esmor­zar” en la Comu­ni­dad Valen­cia­na sal­tó hace ya un tiem­po de los bares de pue­blo, los autén­ti­cos tem­plos de este rito culi­na­rio y social, don­de ami­gos, fami­lia­res y has­ta com­pa­ñe­ros de tra­ba­jo inte­rrum­pen, a media maña­na, sus queha­ce­res dia­rios, al menos, duran­te una hora, para sal­tar a las redes socia­les, espe­cial­men­te a Ins­ta­gram, y tam­bién a medios de comu­ni­ca­ción nacio­na­les e inter­na­cio­na­les que se hacen eco de esta prác­ti­ca tan nues­tra.

Gerard S. Ferran­do

“¿Este dis­sab­te que­dem per a esmor­zar?” ¿Cuán­tas veces se habrá pro­nun­cia­do esta fra­se en un pue­blo de la Comu­ni­dad Valen­cia­na? Esta pro­po­si­ción, real­men­te, sue­le ir más allá del acto de ali­men­tar­se, del hecho de nutrir nues­tro cuer­po con una nece­si­dad tan vital. Sí, por­que como tan­tas otras tra­di­cio­nes culi­na­rias valen­cia­nas, como com­par­tir una pae­lla, por ejem­plo, este sen­tar­se a la mesa va mucho más allá. Impli­ca socia­li­zar, con­tar­se las penas, actua­li­zar, por qué no, los últi­mos coti­lleos, comen­tar la actua­li­dad polí­ti­ca, deba­tir sobre el resul­ta­do del últi­mo par­ti­do de fút­bol de nues­tro equi­po, con­tar bata­lli­tas de la infan­cia, hacer pla­nes de futu­ro y mucho más. Eso siem­pre ha sido así, el “esmor­zar” era y es sinó­ni­mo de com­par­tir, de socia­li­zar. Tal vez, pre­ci­sa­men­te, por ello, se ha hecho tan popu­lar, en los últi­mos años, en redes socia­les como Ins­ta­gram. No hay más que hacer una peque­ña bús­que­da en ella para encon­trar dece­nas de cuen­tas sobre “el esmor­zar”, el “esmor­za­ret” o sobre “el almuer­zo” en cas­te­llano.

Exis­ten, inclu­so, los pre­mios “Cacau d’or” al mejor “esmor­zar”, patro­ci­na­dos por Ams­tel, y cuya final se sue­le cele­brar, cada año, en Medi­te­rrá­nea Gas­tró­no­ma, allá por los meses de noviem­bre o diciem­bre.

Fina­lis­tas Cacau d’Or 2022.

Los orígenes del “esmorzar”

Pero, de dón­de vie­ne esta tra­di­ción del “esmor­za­ret” y cuá­les son sus pun­tos cla­ve. Los orí­ge­nes, como suce­de con tan­tas otras tra­di­cio­nes, no están del todo cla­ros. Hay quien afir­ma que se ini­cio en los bares cer­ca­nos a los cam­pos de cul­ti­vo de l’Hor­ta, cuan­do los jor­na­le­ros para­ban a des­can­sar, tras las pri­me­ra horas de duro tra­ba­jo y para coger fuer­zas para afron­tar el res­to de la jor­na­da. De hecho, era muy típi­co, y toda­vía lo es en cier­tos luga­res, lle­var el boca­di­llo de casa y pagar solo la bebi­da y el ape­ri­ti­vo, lo que aún se cono­ce como “el gas­to” y que en cada pue­blo se sabe muy bien qué cues­ta. De ahí a que en estos “esmor­zars” se vol­vie­ra un clá­si­co el cacau del colla­ret (una varie­dad autóc­to­na bas­tan­te apre­cia­da) así como las oli­vas, los tra­mus­sos (altra­mu­ces), algu­nos otros encur­ti­dos o tam­bién la clá­si­ca ensa­la­da valen­cia­na, con toma­te, lechu­ga y cebo­lla tier­na cor­ta­da en julia­na.

Horarios posibles o aceptados…

Otro fac­tor cla­ve, y tam­bién fru­to de dis­cu­sión o deba­te, es la hora en que se pue­de gozar de este “esmor­zar”. Los más puris­tas lo esta­ble­cen a las 9 de la maña­na, aun­que lo más habi­tual sue­le ser, más bien, sen­tar­se a la mesa entre las 10 y las 10:30. Hay muchos bares que indi­can, bien visi­ble en el local, la hora de ini­cio y de fin que pue­de alar­gar­se, inclu­so, has­ta las 12 horas, aun­que en este caso ya esta­ría­mos hablan­do de un “esmo­r­­zar-dinar”, más aún si el sitio ele­gi­do es uno de esos bares, cada vez más fre­cuen­tes, que ofre­cen la posi­bi­li­dad de meter­se, entre pecho y espal­da, un pan ente­ro, bien con­di­men­ta­do, ade­más, de abun­dan­te car­ne o embu­ti­do.

¿Qué lleva un buen “esmorzar”?

El “fire­ro” de Xàti­va.

Sobre el relleno que pue­de o debe lle­var este boca­di­llo las opcio­nes son tan amplias y tan varia­das, que lo deja­re­mos “al gus­to del con­su­mi­dor”. Solo algún apun­te, sue­len triun­far los de car­nes diver­sas, como el pollo a la bra­sa, el solo­mi­llo o “llo­me­llo”, los embu­ti­dos, pero tam­bién los de cala­ma­res, sepia o inclu­so el vege­tal, que aun­que pue­da pare­cer con­tra­dic­to­rio sue­le lle­var atún, hue­vo y mayo­ne­sa.

Hay luga­res o fes­ti­vi­da­des inclu­so con sus clá­si­cos par­ti­cu­la­res. Por ejem­plo, en la Feria de Xàti­va, en el mes de agos­to, el almuer­zo estre­lla es el de sar­di­na sala­da con hue­vo. Eso sí, no se sue­le poner den­tro del pan, aun­que sí que se acom­pa­ña con él. Para degus­tar­lo, bas­ta con ir a uno de los bares de la capi­tal de La Cos­te­ra y pedir “un fire­ro”.

¿Con qué maridar un almuerzo?

Almuer­zo con cacaus, oli­vas y mari­da­do con cer­ve­za.

Una vez ele­gi­do el sitio, la hora y has­ta los acom­pa­ñan­tes, nor­mal­men­te con­vo­ca­dos pre­via­men­te, pero a los que siem­pre se pue­de sumar algún comen­sal de últi­ma hora, sobre todo cuan­do la cita en cues­tión se da en un peque­ño pue­blo un día de fin de sema­na, lle­ga el momen­to de deter­mi­nar cómo se va a mari­dar este home­na­je culi­na­rio. La tra­di­ción, de nue­vo mar­ca que sea con cer­ve­za bien fría o tam­bién, más clá­si­co aún, con vi amb lli­mo­nà(vino con gaseo­sa), aun­que últi­ma­men­te se ven tam­bién otras alter­na­ti­vas como el agua, por aque­llo de man­te­ner la for­ma y la salud, la cer­ve­za con limón, cada vez más arrai­ga­da, o los refres­cos azu­ca­ra­dos, tal vez la opción menos reco­men­da­ble de todas.

El cremaet y cómo alargar la quedada

El cre­maet.

Antes de dar por fina­li­za­do este encuen­tro culi­na­rio y social toca ele­gir un últi­mo, o penúl­ti­mo, aspec­to. Habla­mos, cómo no, del café de rigor. Y ahí, de nue­vo, las opcio­nes se mul­ti­pli­can expo­nen­cial­men­te. Solo hace fal­ta ver la cara del cama­re­ro o cama­re­ra en cues­tión cuan­do va a pre­gun­tar por los cafés a una mesa algo exten­sa en la que sabe, o intu­ye, ade­más, que cada cual tie­ne un gus­to dife­ren­te. Café solo, cor­ta­do (no con­fun­dir con el café con leche), des­ca­fei­na­do de máqui­na, des­ca­fei­na­do de sobre, bom­bón (café con leche con­den­sa­da) o, sin duda, el rey y el colo­fón más autén­ti­co de un “esmor­zar” como es “el cre­maet”, un café con ron o con otro licor que, al que­mar­se, eli­mi­na el alcohol, pero le da un toque úni­co y espe­cial a esta bebi­da, que tam­bién se pue­de aro­ma­ti­zar con cane­la, limón o inclu­so con gra­nos de café.

Por cier­to, otro aspec­to que tam­po­co sue­le fal­tar son esos clá­si­cos tacos de ser­vi­lle­tas de bar, que se pare­cen más bien al papel de fumar y que, aun­que a veces lle­van impre­sos men­sa­jes que tra­tan de ser ins­pi­ra­do­res, no sue­len ser­vir dema­sia­do para el pro­pó­si­to que se les supo­ner, a saber, lim­piar­se las manos, por lo que es habi­tual que la mesa aca­be con varios mon­ton­ci­tos de ellas por aquí y por allá.

Decía­mos que el “cre­maet” era el últi­mo o penúl­ti­mo aspec­to del “esmor­zar” por­que tam­bién es fre­cuen­te, sobre todo los fines de sema­na, que a este siga una, o dos, ron­das de chu­pi­tos o inclu­so algu­na más de cer­ve­zas por aque­llo de alar­gar la que­da­da, más aún cuan­do el calor ya empie­za a apre­tar… y engan­char, de paso ya, con la hora de comer.

Los instagramers del “esmorzar”

Almuer­zo popu­lar.

Otro fac­tor cada vez más exten­di­do es el tomar foto­gra­fías del boca­di­llo en cues­tión, del bar, de los entran­tes o tam­bién de ese “cre­maet” per­fec­to con sus capas bien dife­ren­cia­das se está con­vir­tien­do ya en una tra­di­ción. Algu­nos lo hacen para com­par­tir­lo, nor­mal­men­te por Whatsapp, con su gen­te. Es habi­tual, por ejem­plo, poner una foto de los comen­sa­les y man­dar­la a un gru­po para dar envi­dia y “picar” a aque­llos que no han asis­ti­do.

Otros, en cam­bio, van más allá y suben estas ela­bo­ra­cio­nes a sus redes socia­les. Como decía­mos al prin­ci­pio, cada vez hay más cuen­tas de Ins­ta­gram dedi­ca­das a esta cues­tión. Entre ellas se encuen­tran algu­nas como “La ruta dels esmo­zars”, con casi 70.000 segui­do­res; “esmor­za­ret”, con más de 36.000 segui­do­res; “esmor­zar de cate­go­ria”, con unos 20.000 segui­do­res; “esmor­zars popu­lars”, con casi 7.000 segui­do­res. Y, en ver­sión cas­te­lla­na: “almuer­zos de la terre­ta”, con más de 7.000 segui­do­res” o “Almuer­zos popu­la­res”, con unos 4.000 segui­do­res.

Los templos del “esmorzar”

Como hemos indi­ca­do, un fac­tor recu­rren­te de deba­te a la hora de ir a “esmor­zar” es ele­gir el sitio, y tam­bién la com­pa­ñía. Para gus­tos colo­res. Son muchos, y muy varia­dos, los luga­res, en toda la Comu­ni­dad Valen­cia­na, don­de degus­tar esta tra­di­ción tan valen­cia­na con garan­tías. Así que solo vamos a nom­brar algu­nos de ellos, en la ciu­dad de Valen­cia, a modo de ejem­plo, y nos man­te­ne­mos abier­tos a aumen­tar esta lis­ta con vues­tras suge­ren­cias, fotos y comen­ta­rios.

Cen­tral Bar (Mer­ca­do Cen­tral), el esmor­za­ret según Ricard Cama­re­na, chef dos estre­llas Miche­lin.

Bar Mar­vi (San­tos Just i Pas­tor, 14), gas­to, cro­que­tas, lan­gos­ti­nos, pul­po steak­tar­tar y boca­di­llos…

Ale­nar Bode­ga Medi­te­rrá­nea (Mar­tí­nez Cubells, 6), boca­di­llos tra­di­cio­na­les valen­cia­nos con un toque inno­va­dor.

La Pas­cua­la (Dr. Lluch, 299), boca­di­llos tama­ño “no hay maña­na” fren­te a la pla­ya de la Mal­va­rro­sa.

Bar Mis­te­la (Riu Ner­vión, 11), rein­ter­pre­ta­ción de los clá­si­cos.

Casa Gui­ller­mo (Pro­grés, 15), las mejo­res anchoas de la ciu­dad y un buen sur­ti­do de sala­zo­nes.

Bar Ricar­do (Doc­tor Zamenhof, 16), desde 1947 hacien­do tapas y barra

Cre­maet (Ave­ni­da del Puer­to, 20), con ron, fue­go y café por ban­de­ra y con una car­ta exten­sa de racio­nes, bra­sas, arro­ces, cha­ci­ne­ría.

La Pér­go­la (Paseo Ala­me­da 1), peque­ño quios­co con una gran terra­za, un autén­ti­co clá­si­co.

 

 

 

 

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