Descubre los beneficios de consumir Kéfir

Eli­sa Esco­rihue­la Nava­rro. Nutri­cio­nis­ta y Far­ma­céu­ti­ca

Todo el mun­do cono­ce el yogur con­ven­cio­nal, en sus múl­ti­ples varian­tes y las pro­pie­da­des salu­da­bles que posee, pero hoy en día cada vez es más fre­cuen­te encon­trar, inclu­so en los super­mer­ca­dos habi­tua­les un mara­vi­llo­so pro­duc­to que nos ayu­da a cui­dar de nues­tra salud intes­ti­nal: El Kéfir

El kéfir es un deri­va­do lác­teo, con una tex­tu­ra más líqui­da que el yogur que se obtie­ne por una doble fer­men­ta­ción:

  • áci­­do-lác­­ti­­ca (por par­te de las bac­te­rias)
  • y alcohó­li­ca (por par­te de las leva­du­ras)

La leche se fer­men­ta gra­cias a los tíbi­cos (o grá­nu­los de kéfir), que son unos grá­nu­los blan­que­ci­nos, de tex­tu­ra gela­ti­no­sa y con un aspec­to que nos pue­de recor­dar a la coli­flor.

El resul­ta­do de esta fer­men­ta­ción se carac­te­ri­za por tener una tex­tu­ra cre­mo­sa y un sabor lige­ra­men­te más áci­do que el yogur y mayor aro­ma.

Kéfir.

Pero no solo exis­te el kéfir de leche, sino que tam­bién pode­mos encon­trar el kéfir de agua que se fer­men­ta gra­cias a la adi­ción de azú­car, fru­tas e inclu­so hier­bas aro­má­ti­cas que por acción de los tíbi­cos fer­men­ta­rá y dará lugar a un pro­duc­to igual de salu­da­ble que el kefir de leche y que enci­ma es apto para per­so­nas con into­le­ran­cia a la lac­to­sa.

Pero hoy nos cen­tra­re­mos en el  kéfir de leche y los bene­fi­cios que nos pue­de apor­tar a nues­tra salud.

A día de hoy, el kéfir ya es un pro­duc­to bas­tan­te asen­ta­do en nues­tra cul­tu­ra y por eso es habi­tual poder encon­trar­lo enva­sa­do en mul­ti­tud de super­mer­ca­dos de la mis­ma for­ma que encon­tra­mos el yogur y jus­to por esta razón, pode­mos encon­trar los mis­mos pro­ble­mas a la hora de ele­gir la mejor opción, por­que no todas son igual de salu­da­bles.

Como siem­pre te reco­mien­do hay que estar muy aten­tos a las eti­que­tas (ahí se encuen­tran las ver­da­des de los pro­duc­tos), por­que al ser un ali­men­to más áci­do que el yogur, los fabri­can­tes tien­den a aña­dir­le mayor can­ti­dad de azú­ca­res y edul­co­ran­tes, así como sabo­ri­zan­tes arti­fi­cia­les y esto ya hace que el resul­ta­do ya no sea tan salu­da­ble como espe­rá­ba­mos del kéfir.

Por lo que si quie­res apro­ve­char al máxi­mo las pro­pie­da­des bene­fi­cio­sas del kéfir, te reco­mien­do tomar­lo al natu­ral y evi­tar com­prar pro­duc­tos con gran­des can­ti­da­des de azú­ca­res y edul­co­ran­tes.

Como te comen­ta­ba, el kéfir es un pro­duc­to fer­men­ta­do y esta fer­men­ta­ción da como resul­ta­do áci­do lác­ti­co, dió­xi­do de car­bono y tam­bién un peque­ño por­cen­ta­je de alcohol, que no sue­le supe­rar el 1%, pero que siem­pre se debe tener en cuen­ta sobre­to­do para per­so­nas con daños hepá­ti­cos, niños o per­so­nas con otros pro­ble­mas de salud en los que el alcohol (aun­que sea en un peque­ño por­cen­ta­je) pue­da ser per­ju­di­cial.

Beneficios del consumo de kéfir

Kéfir con arán­da­nos.

A estas altu­ras, te pre­gun­ta­rás qué es eso tan espe­cial que tie­ne el kéfir y por­que se reco­mien­da tan­to su con­su­mo.

Su prin­ci­pal carac­te­rís­ti­ca es la de ser un ali­men­to pro­bió­ti­co, lo que quie­re decir que con­tie­ne micro­or­ga­nis­mos, que son bene­fi­cio­sos para nues­tra flo­ra intes­ti­nal. De mane­ra que nos ayu­da a rege­ne­rar la micro­bio­ta en casos en los que se ve alte­ra­da, como por ejem­plo trás un tra­ta­mien­to con anti­bió­ti­cos, en épo­cas de estrés o en cam­bios de hábi­tos, debi­do a die­tas mal­sa­nas, bajas en fibra o inclu­so tras una de pato­lo­gías del trac­to gas­tro­in­tes­ti­nal.

Hace que la leche sea más dige­ri­ble, inclu­so para las per­so­nas que tie­nen difi­cul­ta­des a la hora de dige­rir­la, pues­to que la fer­men­ta­ción hidro­li­za la lac­to­sa de la leche, con­vir­tién­do­la en áci­do lác­ti­co, lo que hace que resul­te mucho más sen­ci­llo de asi­mi­lar en el intes­tino.

Tie­ne un apor­te caló­ri­co bajo, aun­que es varia­ble según el tipo de leche que uti­li­ce­mos para la fer­men­ta­ción, pero ron­da las 64 Kcal por cada 100g de pro­duc­to. Eso sí, siem­pre que el fabri­can­te no le adi­cio­ne azú­ca­res de más. Recuer­da repa­sar siem­pre el eti­que­ta­do nutri­cio­nal.

Es rica en micro­nu­trien­tes como trip­tó­fano, mag­ne­sio, cal­cio y fós­fo­ro, tan nece­sa­rios para el correc­to fun­cio­na­mien­to de nues­tro orga­nis­mo.

Tam­bién posee un con­te­ni­do sig­ni­fi­ca­ti­vo de vita­mi­nas del gru­po B, así como de vita­mi­na D y de vita­mi­na K (lo que nos ayu­da en el man­te­ni­mien­to de la salud ósea) que ade­más tie­nen un papel impor­tan­te en el for­ta­le­ci­mien­to de nues­tro sis­te­ma inmu­ni­ta­rio.

Ade­más, pre­vie­ne el desa­rro­llo de dis­tin­tas pato­lo­gías como el sobre­pe­so, obe­si­dad, la hiper­ten­sión arte­rial y la dia­be­tes de tipo 2, ya que ayu­da a regu­lar los nive­les de azú­car en san­gre.

Es un ali­men­to diges­ti­vo, por tan­to es un gran alia­do cuan­do sufres de diges­tio­nes pesa­das. El kéfir poco fer­men­ta­do (24h) tie­ne un efec­to lige­ra­men­te laxan­te, por lo que tam­bién ayu­da con pro­ble­mas de estre­ñi­mien­to.

Tam­bién nos ayu­da a regu­lar los nive­les de coles­te­rol san­guí­neo y por tan­to redu­cir el ries­go de enfer­me­dad car­dio­vas­cu­lar.

Y es des­ta­ca­ble tam­bién su papel anti­oxi­dan­te, fre­nan­do de esta mane­ra el estrés oxi­da­ti­vo y por tan­to evi­tan­do el dete­rio­ro pre­ma­tu­ro de nues­tra célu­las, que pue­de lle­var a la apa­ri­ción de dis­tin­tas pato­lo­gías.

Ade­más, el kéfir tie­ne un poli­sa­cá­ri­do inso­lu­ble, lla­ma­do Kefi­ran, que es un poten­te anti­mi­cro­biano natu­ral, por lo que no se le pue­de pedir más a este mara­vi­llo­so ali­men­to.

¿Cómo puedes integrarlo a tu alimentación diaria? Pues de muchas maneras:

Pera, naran­ja, pasas y ave­lla­nas con kéfir de cabra.

  • Lo pue­des tomar al natu­ral, en for­ma de bebi­da
  • Pue­des com­bi­nar­lo con fru­ta o cerea­les inte­gra­les, como si fue­ra un yogur
  • Es ideal para pre­pa­rar bati­dos
  • Se pue­de uti­li­zar como fer­men­to en biz­co­chos y panes, así como en diver­sas rece­tas de repos­te­ría
  • Tam­bién lo pue­des incluir en pre­pa­ra­cio­nes culi­na­rias sala­das, como cre­mas, sal­sas o purés.

También puedes hacer en casa tu propio Kéfir

Sin duda sería la mejor de las opcio­nes por­que vas a con­tro­lar el pro­ce­so de prin­ci­pio a fin y enci­ma es muy gra­ti­fi­can­te ver como cada día cre­cen los tíbi­cos y te rega­lan un ali­men­to tan salu­da­ble.

Pre­pa­ra­ción de kéfir case­ro.

No te asus­tes que es muy fácil de hacer. Lo pri­me­ro que se nece­si­ta es con­se­guir los grá­nu­los, que bien los pue­des com­prar en her­bo­la­rios (des­hi­dra­ta­dos) o bien te los pue­de donar alguien que ya ten­ga kéfir, esta es la for­ma más habi­tual y según la tra­di­ción te lo tie­nen que donar, por­que: Quien te rega­la kéfir es por­que te quie­re.

Es tan sen­ci­llo como poner 4 o 5 cucha­ra­das de grá­nu­los en un tarro de cris­tal de boca ancha, cubrir­lo con la leche de tu pre­fe­ren­cia (siem­pre que­da mejor con leche ente­ra) y tapar el tarro con una tela trans­pi­ra­ble y una goma.

Hay que dejar­lo repo­sar unas 24 h en una ala­ce­na oscu­ra o un lugar don­de no le dé la luz del sol de for­ma direc­ta. Ahí es cuan­do se pro­du­ci­rá la fer­men­ta­ción y obten­dre­mos el kéfir que cola­re­mos y de nue­vo ali­men­ta­re­mos a nues­tro grá­nu­los para que nos rega­len al día siguien­te una nue­va tan­da de kéfir.

El kéfir resul­tan­te lo pue­des guar­dar en la neve­ra y el pro­ce­so se hace infi­ni­to. Solo hay que tener en cuen­ta que una vez cada 10 días es acon­se­ja­ble enjua­gar los grá­nu­los, para lim­piar los resi­duos que les van que­dan­do y man­te­ner­los sanos.

Ade­más debes de pro­cu­rar que todos los uten­si­lios que uti­li­ces estén este­ri­li­za­dos y sean de plás­ti­co, vidrio o made­ra, evi­tan­do el metal (al menos así lo reco­mien­dan) por el pH áci­do de los grá­nu­los, ya que podrían reac­cio­nar con el mate­rial y estro­pear el pro­duc­to.

Con­ser­va de Kéfir case­ro.

Por últi­mo, ima­gi­na que te vas de vaca­cio­nes y no pue­des cui­dar de tu kéfir, pues en estos casos pue­des parar la pro­duc­ción una tem­po­ra­da. Pue­des guar­dar los grá­nu­los con un poco de leche en la neve­ra o inclu­so en el con­ge­la­dor si es por más días. Recuer­da dese­char ese líqui­do y enjua­gar los grá­nu­los con agua antes de vol­ver a reto­mar la pro­duc­ción de kéfir.

Para fina­li­zar me gus­ta­ría hacer un peque­ño matiz. Aun­que las pro­pie­da­des salu­da­bles del kéfir son muchas, hay que recor­dar siem­pre que no deja de ser un ali­men­to y que no tie­ne pro­pie­da­des mági­cas, ni tam­po­co cura enfer­me­da­des. Recuer­da que tu esti­lo de vida y tu ali­men­ta­ción en gene­ral son cla­ves para cui­dar de tu salud, que no depen­den de un solo ali­men­to y que si quie­res dis­fru­tar de todas sus pro­pie­da­des y bene­fi­cios, su con­su­mo debe estar acom­pa­ña­do de esos bue­nos hábi­tos.

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