Rioja

Vicen­te Rio­ja.

  • BENISSANÓ (VALENCIA)

  • Av. Vir­gen del Fun­da­men­to, 37

  • 962 792 158

  • Cie­rra: domin­go noche y fes­ti­vos noche.

  • Pre­cio menú (sin bebi­da) 52 €. Pre­cio de la ración de Pae­lla Valen­cia­na 24 €.

Una Catedral para la paella valenciana

Car­los López

El Hotel Res­tau­ran­te Rio­ja en Benis­sa­nó, es el esce­na­rio pro­pi­cio para dis­fru­tar de una autén­ti­ca pae­lla valen­cia­na. Del mis­mo modo, en su car­ta bien estruc­tu­ra­da, cla­ra y con­ci­sa, esgri­men y exhi­ben entra­das nutri­das de rece­ta­rio tra­di­cio­nal, crea­cio­nes de tem­po­ra­da, pla­tos para com­par­tir, car­nes, pes­ca­dos, ensa­la­das y maris­cos, así como un exce­len­te aba­ni­co de arro­ces (con la gra­mí­nea siem­pre como pro­ta­go­nis­ta) y fideuás. Ela­bo­ra­cio­nes con bue­nas inten­cio­nes y debi­da pues­ta en esce­na.

Pae­lla a leña en Rio­ja.

La ofer­ta com­ple­ta pasa por una coci­na infa­ti­ga­ble don­de la crea­ti­vi­dad y la tra­di­ción se cogen de la mano de mane­ra orto­do­xa. Encon­tra­mos gas­tro­no­mía de mer­ca­do con un cla­ro man­da­mien­to de leal­tad al pro­duc­to de pro­xi­mi­dad, dado que cuen­tan con su pro­pia huer­ta don­de cul­ti­van ver­du­ras, fru­tas y hor­ta­li­zas. Aflo­ran las fuer­tes raí­ces, difí­ci­les de olvi­dar, que con­tri­bu­ye­ron a la per­pe­tua­ción del nego­cio pri­mi­ge­nio, fun­da­do nada menos que en 1924. Sabi­du­ría hote­le­ra y res­tau­ra­do­ra mace­ra­da a tra­vés de cua­tro gene­ra­cio­nes.

Nos des­pla­za­mos a un lugar emble­má­ti­co repre­sen­ta­ti­vo de una acti­vi­dad hos­te­le­ra con cer­ca de cien años de vida, pues. El res­tau­ran­te Rio­ja es la cate­dral de la pae­lla y Vicen­te Rio­ja es el pre­la­do ordi­na­rio que cui­da y guar­da dicha tra­di­ción. Es el deán de esta cate­dral; es la figu­ra más impor­tan­te de Valen­cia, de toda la pro­vin­cia y pro­ba­ble­men­te de toda Espa­ña res­pec­to a lo que sig­ni­fi­ca tocar techo con este pla­to tra­di­cio­nal; me atre­vo a decir que es el gra­dua­do más ven­ta­jo­so y con más ímpe­tu de esta dis­ci­pli­na.

De modo conciso planteamos un menú compuesto por:

1 Pla­tos al cen­tro de la mesa, para com­par­tir: Cala­mar fres­co de pla­ya a la plan­cha con su ali­ño. Alca­cho­fas ente­ras en tem­pu­ra con cre­ma de bole­tus y pan­ce­ta ibé­ri­ca. Beren­je­na blan­ca asa­da a la leña de oli­vo con bole­tus y toma­te des­hi­dra­ta­do.

2  Pae­lla Valen­cia­na. La rei­na de Benis­sa­nó.

3 Varie­dad de que­sos según cura­ción y tex­tu­ras así como pos­tres al cen­tro de la mesa.

Vicen­te Rio­ja es pasa­do, pre­sen­te y futu­ro; máxi­mo expo­nen­te de la pae­lla (sal­vo mejor opi­nión y con­tras­te), ha teni­do años muy duros y los que le vie­nen, alec­cio­nan­do y nadan­do con­tra­co­rrien­te fren­te a pro­pios y extra­ños. Aun­que sabe que aho­ra toca (sin des­cui­do ni alte­ra­cio­nes) dis­fru­tar “un poco” de lo bueno, tie­ne mucho camino por delan­te, enten­dien­do que esto sig­ni­fi­ca no alcan­zar nun­ca la exce­len­cia por­que esta es una meta que se va des­va­ne­cien­do. Siem­pre hay un más allá. Esta casa obli­ga a los pala­da­res a abrir la men­te, qui­tar­se mie­dos, pre­jui­cios, vicios ante­pa­sa­dos y arro­di­llar­se en el momen­to de pro­bar su pae­lla valen­cia­na.

Pae­lla en coc­ción en Rio­ja.

Para Vicen­te el emble­má­ti­co pla­to, ade­más de ser deli­cio­so y nutri­ti­vo, repre­sen­ta el arte de unir y com­par­tir. Toda socie­dad debe estar vin­cu­la­da a su tra­di­ción (bue­nas mane­ras y cos­tum­bres), por eso el arroz está omni­pre­sen­te en muchas de las fies­tas popu­la­res y fes­te­jos de la Comu­ni­dad Valen­cia­na, y aña­do que este pla­to tam­bién es inclu­si­vo por las dife­ren­tes for­mas de su ela­bo­ra­ción. El buen hom­bre vive y res­pi­ra por su desa­rro­llo, tec­ni­fi­ca­ción, exce­len­cia culi­na­ria y nutri­cio­nal. Aquí se ana­li­za todo, por eso su pae­lla es tecno emo­cio­nal; le saca pun­ta a cada deta­lle de la ela­bo­ra­ción:

— Ha rea­li­za­do un estu­dio por­me­no­ri­za­do de todos los medios, tiem­pos y pro­duc­tos; comen­zan­do por el fue­go (leña de naran­jo), cor­te y seca­do y la con­ser­va­ción e impor­tan­cia de su reci­pien­te (la pae­lla pro­pia­men­te dicha). En sus pala­bras: “des­nu­da la pae­lla”.

— Con­cep­tua­li­za visua­li­zan­do que el fue­go debe sos­te­ner y ampliar el espec­tro de la pae­lla pero no abra­zar­la ni sobre­pa­sar­la. El resul­ta­do es un pro­fun­do pero sutil y ele­gan­te sabor de la gra­mí­nea, su sofri­to, ver­du­ras y taja­das cár­ni­cas. ¡Incom­pa­ra­ble, esto no sabe a leña, sabe a pae­lla!

Racio­na­li­za y limi­ta el núme­ro de pae­llas “valen­cia­nas” por cada ser­vi­cio; encon­tran­do el con­trol y están­dar de cali­dad por servicio/mesa.

— Susu­rra al fue­go, man­da sobre car­nes y ver­du­ras y habla con el cal­do. Rea­li­za una labor inten­sa y minu­cio­sa en cada pae­lla.

— Apli­ca el prin­ci­pio acti­vo median­te la uti­li­za­ción del aza­frán natu­ral: por­que con­tie­ne esen­cia, es mate­ria colo­ran­te, con leves prin­ci­pios amar­gos suti­les, des­plie­ga acción equi­li­bra­do­ra y esti­mu­lan­te y accio­na de mane­ra diges­ti­va.

— Apli­ca el debi­do apro­ve­cha­mien­to del AOVE res­pec­to a la can­ti­dad, aci­dez, inten­si­dad y espe­sor.

— Metó­di­ca y estu­dia­da uti­li­za­ción del rome­ro de mon­te (que­ma­do) y del pimen­tón dul­ce.

— En cuan­to a las medi­das del reci­pien­te a uti­li­zar, depen­de­rán del núme­ro de per­so­nas en mesa. El diá­me­tro de la pae­lla es deci­si­vo para que el arroz que­de repar­ti­do, no amon­to­na­do, en una sola capa fina y a ser posi­ble con algo de mem­bra­na. Deli­rio de la correc­ta coc­ción res­pec­to de la pro­teí­na del colá­geno y el con­trol del fue­go.

— Es un pro­tec­tor de las cose­chas y de la agri­cul­tu­ra, del cam­po y la tie­rra, de la cría de ani­ma­les y sus hechu­ras. Los ingre­dien­tes deben ser de tem­po­ra­da, cer­ca­nos, de corral y huer­ta pro­pia y si no fue­ra posi­ble por coyun­tu­ras exter­nas, de agri­cul­to­res y pro­duc­to­res cono­ci­dos en años y por expe­rien­cia. Pollos cam­pe­ros de cre­ci­mien­to len­to que pasan a ser gallos o galli­nas y cone­jos ali­men­ta­dos en forra­jes.

— Res­pec­to del arroz, uti­li­za Sénia; varie­dad que se cul­ti­va en algu­nas par­tes de Espa­ña y en la pro­vin­cia de Valen­cia con DO pro­pia. En sus pae­llas, encuen­tras un alto con­te­ni­do en ami­lo­pec­ti­na, el grano posee una gran capa­ci­dad para absor­ber sabo­res de otros ali­men­tos; ade­más, el bajo con­te­ni­do de ami­lo­sa hace que sea un arroz poco pega­jo­so. Tras la coc­ción apor­ta una tex­tu­ra des­li­zan­te, son arro­ces que poseen menos resis­ten­cia a la coc­ción y pue­den pasar­se (abrir) con cier­ta faci­li­dad si no eres ducho en mate­ria; no es su caso.

Como no pue­de ser de otro modo solo quie­re enten­der del arroz de cali­dad extra: grano inte­gra­do, ente­ro, sin gol­pes ni hen­di­du­ras, de un inten­so color blan­que­cino. Esta gra­dua­ción de cali­dad extra con­tie­ne alre­de­dor del 92% de gra­nos ente­ros y sin defec­tos.

¿Cómo se plas­ma lo ante­rior en mesa? Visual­men­te la pae­lla mues­tra orden y con­cier­to res­pec­to a la dis­po­si­ción del arroz y las car­nes (las ver­du­ras son más rebel­des); te mira tran­qui­la, con buen cuer­po y mejor ves­ti­do. No bus­ca beso fuer­te ni abra­zo abrup­to; encuen­tras suti­le­za y ele­gan­cia. En boca se expre­sa con entra­da tran­qui­la para ir poten­cian­do los sabo­res pri­ma­rios y el retro­gus­to. Es una pae­lla que no quie­re ser pre­juz­ga­da. Como a cual­quier per­so­na, para hablar de ella, hay que cono­cer­la y enten­der­la. Lo ante­rior se tra­du­ce en el aná­li­sis intui­ti­vo tras varias cucha­ra­das (sin extre­mis­mos), no en la pri­me­ra. Lle­na­mos boca, mas­ti­ca­mos de mane­ra natu­ral y empe­za­mos a enten­der su dis­cur­so. Todos los ingre­dien­tes se cui­dan de tal for­ma que no inva­den ni pre­do­mi­nan sobre los demás, al apre­ciar el con­jun­to tam­bién pode­mos apre­ciar la indi­vi­dua­li­dad de cada ingre­dien­te. Con las dife­ren­tes entra­das de la cucha­ra en boca se pro­du­cen relám­pa­gos ins­tan­tá­neos de feli­ci­dad gus­ta­ti­va con­te­ni­da.

Res­pec­to de los vinos, cuen­tan con una selec­ción muy equi­li­bra­da y estruc­tu­ra­da según deno­mi­na­cio­nes y aña­das de reco­rri­do nacio­nal e inter­na­cio­nal. La car­ta tie­ne sen­ti­do, aje­na a relle­nar líneas, se pro­di­ga tan­to en vinos reco­no­ci­dos como difí­ci­les de reco­no­cer por el públi­co gene­ra­lis­ta, a lo que se suma el esfuer­zo de con­tri­buir a una debi­da y estu­dia­da selec­ción de cavas, cham­pag­nes, lico­res y gine­bras, enca­mi­na­da a hacer agra­da­ble la expe­rien­cia gas­tro­nó­mi­ca en una sala muy bien adap­ta­da, con espa­cios abier­tos, rec­ti­lí­neos y cómo­dos; dis­pues­ta con varios salo­nes y reser­va­dos del agra­do de cual­quier momen­to y gru­po. Espa­cios todos ellos que tras­mi­ten rela­ja­ción, con­cen­tra­ción gas­tro­nó­mi­ca y bien­es­tar.

Cró­ni­ca de la visi­ta rea­li­za­da el 16 de noviem­bre de 2022.

La memorable paella de los Rioja

Juan Lagar­de­ra

Era la segun­da vez en pocas sema­nas que acu­día­mos al hotel-res­­tau­­ra­n­­te Rio­ja en Benis­sa­nó. Miem­bros de la cofra­día Cucha­ra de Pla­ta. Esta­ba en dis­cu­sión si la pae­lla que coci­na Vicen­te Rio­ja es la mejor, la pae­lla valen­cia­na de pollo y cone­jo se entien­de. Entre noso­tros había alcan­za­do el empa­te con la pae­lla de Casa Car­me­la en Valen­cia, y su res­tau­ran­te luce des­de hace un tiem­po la reco­men­da­ción “gour­mand” de la Miche­lin. Su pun­tua­ción en el capí­tu­lo de arro­ces del Alma­na­que Gas­tro­nó­mi­co de la edi­to­rial Elca es tam­bién la más alta.

Esta­mos en Benis­sa­nó, cer­ca de Liria, terri­to­rio de tran­si­ción entre las huer­tas y hume­da­les más cos­te­ros y las mon­ta­ñas del inte­rior valen­ciano. Esta es la comar­ca don­de se asen­ta­ron los íbe­ros ede­ta­nos. Y gra­cias al cur­so del río Turia exis­te tam­bién una impor­tan­te acti­vi­dad agrí­co­la de rega­dío. Es tie­rra, pues, de cam­pos de naran­jos y de huer­tas. A tener en cuen­ta.

Anchoa de Rio­ja.

La pae­lla de hoy la hace el pro­pio Vicen­te Rio­ja, pro­pie­ta­rio y jefe de coci­na del res­tau­ran­te hote­le­ro. Tie­ne la suer­te de afron­tar el reto al aire libre, en un bien orga­ni­za­do pae­lle­ro que se com­bus­tio­na con leña. Nada de gas ni elec­tri­ci­dad. Las ven­ta­jas de coci­nar en el cam­po como bien saben la mul­ti­tud de valen­cia­nos que prac­ti­can la pae­lla domin­gue­ra en sus cha­lets, alque­rías y seca­nos.

Vicen­te nos ha pre­pa­ra­do un vídeo con el pro­ce­so del coci­na­do. Lue­go nos la hemos comi­do has­ta no dejar ni un grano (éra­mos 8, dicen que el núme­ro per­fec­to para una pae­lla de cáte­dra) tras una serie de ape­ri­ti­vos cuan­tio­sos y exce­len­tes, des­de una gam­ba raya­da de gran cali­bre a una deli­cio­sa alca­cho­fa relle­na de magro, chi­pi­ron­ci­tos en su tin­ta y un chip de anchoa calien­te. Con abun­dan­te vino: cham­pag­ne Phi­lip­pon­nat, ries­ling del Mose­la y tin­tos de Tomás Pos­ti­go en Peña­fiel. Nos sir­ve Che­lo, la coman­dan­te ale­gre y dicha­ra­che­ra de la sala.

A los cafés, Vicen­te acu­de para aten­der nues­tras pre­gun­tas. Es un bom­bar­deo con­ti­nuo. Que­re­mos saber­lo todo. “Soy Vicen­te Rio­ja” comien­za dicien­do, la cuar­ta gene­ra­ción de Rio­ja, más de un siglo, pues, coci­nan­do arro­ces. Pero solo Vicen­te, en una épo­ca don­de el cono­ci­mien­to y la expe­ri­men­ta­ción están más con­si­de­ra­dos, se ha dedi­ca­do a estu­diar paso a paso cómo hacer una pae­lla valen­cia­na del máxi­mo nivel, y sin alti­ba­jos. En su casa no se hacen pae­llas que no pue­da coci­nar direc­ta­men­te. Por eso no gui­sa más de cua­tro pae­llas valen­cia­nas a la vez.

Gam­ba roja.

«En mi res­tau­ran­te –expli­ca– todas las pae­llas que se sir­ven están hechas por mi, sin inter­ven­ción de ter­ce­ros. Mi idea del res­tau­ran­te es que sea redu­ci­do, por­que quie­ro que todas las pae­llas sean by Vicen­te Rio­ja. Mi obje­ti­vo es con­se­guir la exce­len­cia de la pae­lla de la for­ma más arte­sa­nal y ances­tral posi­ble, y que todas las que salen del pae­lle­ro las haya hecho yo. Com­pi­to con­mi­go mis­mo e inten­to supe­rar­me en cada una de ellas; ¿bus­can­do la per­fec­ción? No, más bien bus­can­do la esen­cia de la pae­lla».

Lo pri­me­ro es la made­ra, la leña. Nada de enci­na, roble, oli­vo o sar­mien­tos. Solo admi­te leña de naran­jo, leña que alma­ce­na en un seca­de­ro entre un año y medio y dos años para que pier­da toda la hume­dad. Se tra­ta de que cuan­do arda no pro­duz­ca humo y, por tan­to, no ahú­me nada el coci­na­do. Jus­to lo con­tra­rio que hacen en Pino­so con el arroz de cone­jo y cara­co­les, tan ahu­ma­do y retos­ti­na­do que pare­ce sali­do de un vol­cán, por más que esté bue­ní­si­mo.

Empieza la juerga

Con un fue­go mediano, que lue­go se va bajan­do, empie­za a sofreír la car­ne. Poco acei­te, de oli­va vir­gen extra, pero de ape­nas 0,1 de aci­dez. Pri­me­ro echa el pollo, que ha de ser de cam­po, obvia­men­te, pero mayor, de tres años. Es más duro, aun­que mucho más sabro­so. Por eso ha de hacer­se más. Lo adquie­re en la Man­cha. Cuan­do está medio hecho aña­de el cone­jo, tam­bién case­ro. Las car­nes, ya a fue­go len­to, se han de cara­me­li­zar, momen­to en el cual aña­de el híga­do del cone­jo (nun­ca el del pollo) y un par de toma­tes de su huer­ta que, pre­via­men­te, ha escu­rri­do para que pier­dan su agua. Esto es muy impor­tan­te por­que el toma­te des­hi­dra­ta­do com­ple­ta­rá la cara­me­li­za­ción del pollo y el cone­jo, pun­to que pro­vo­ca­rá, en el momen­to de comer, que la car­ne se sepa­re del hue­so con un sim­ple gol­pe de cucha­ra (de made­ra de boj a ser posi­ble) o tene­dor.

Chi­pi­rón.

Es el momen­to de las ver­du­ras. No muchas, pero de gran cali­dad. Garro­fón de su huer­ta, fino, sua­ve y nada hari­no­so. Y unas judías ver­des, ferrau­ra, de un sabor per­di­do, inten­so, como si fue­ran nava­rras. Han sido rega­das lo jus­to y a la hora de incor­po­rar­las a la pae­lla las par­te en ver­ti­cal por la mitad para abrir los poros vege­ta­les. Ape­nas las reho­ga con las car­nes, aña­de una cucha­ra­da de pimen­tón dul­ce (que han seca­do al sol y moli­do en casa) y una piz­ca de sal en esca­mas (nun­ca refi­na­da) a ojo. El ojo de un pro­fe­sio­nal.

Agua del gri­fo has­ta por enci­ma de los cla­vos y, aho­ra sí, el fue­go a toda pas­ti­lla como si fue­ra la cal­de­ra de una loco­mo­to­ra. Des­de que hier­ve pasan ape­nas 14 minu­tos. Ha aña­di­do una rami­ta de rome­ro, pero ape­nas cin­co minu­tos, y la qui­ta. Antes de echar el arroz aña­de aza­frán, que ha des­he­cho pre­via­men­te e infu­sio­na­do con un poco de cal­do para que dé sabor y color homo­gé­neos. Y se incor­po­ran tam­bién las alca­cho­fas, recién cor­ta­das para que no enne­grez­can el gui­so. No quie­re colo­ran­te.

(Si tie­ne algo más de tiem­po, cue­ce a fue­go medio, has­ta los 25 minu­tos, pero siem­pre con­tro­lan­do el nivel del cal­do en el cal­de­ro. Pue­de empe­zar a las 10 de la maña­na con la pae­lla, y de ese modo con­si­gue un sabor más pro­fun­do y el pun­to exac­to de tex­tu­ra que le gus­ta).

Es el momen­to del arroz, tal vez el más sen­ci­llo, en apa­rien­cia. Cien gra­mos por comen­sal. Y el arroz es sénia, el que absor­be más sabor y crea esa peli­cu­li­lla de almi­dón sobre la pae­lla una vez ter­mi­na­da. Lo de usar “bali­nes” bom­ba –como hacía un coci­ne­ro de dos estre­llas en el vídeo de la Miche­lin para dar de comer a cua­tro–, pare­ce una bro­ma.

Vicen­te Rio­ja pre­pa­ra una pae­lla a leña.

Una vez se ha echa­do el arroz se rec­ti­fi­ca de sal y a espe­rar que la expe­rien­cia del coci­ne­ro man­ten­ga el fue­go fuer­te cin­co o seis minu­tos y lue­go vaya apar­tan­do la leña has­ta que la pae­lla alcan­ce su coc­ción per­fec­ta. Suel­to pero bien coci­do, nada de dejar el arroz al den­te. La pae­lla está ter­mi­na­da, y el fue­go ya no tie­ne lla­ma, pero es el ins­tan­te de dejar la pae­lla –de ace­ro puli­do, el mode­lo Pata Negra de la fir­ma valen­cia­na Gar­ci­ma, no ala­bea y per­ma­ne­ce siem­pre equi­li­bra­da– sobre las ascuas un par de minu­tos para que haga soca­rrat, pero solo un poco y en el cen­tro. Se la oye cru­jir unos ins­tan­tes y lis­to.

Ya en la mesa, come­mos en el cal­de­ro. Y como si estu­vié­ra­mos en un ofi­cio reli­gio­so, come­mos y calla­mos, nos feli­ci­ta­mos, limi­ta­mos los espa­cios para que nadie coma la par­te del vecino. No deja­mos ni ras­tro. La pae­lla va de menos a más. Sen­ci­lla­men­te, es una pae­lla de sabo­res natu­ra­les y dis­tin­gui­bles, todos. Es sutil, están todos los ingre­dien­tes con sus aro­mas y sabo­res suel­tos. No se ha con­fi­gu­ra­do un mag­ma úni­co, sino que la judía está pre­sen­te, y el garro­fón, y sobre todo las car­nes. Y el arroz es, sen­ci­lla­men­te, mági­co.

La pae­lla de Rio­ja.

Nos hemos veni­do arri­ba. Esta es una pae­lla valen­cia­na de diez, cum lau­de. Sin duda algu­na. La cues­tión es si Vicen­te será capaz de bor­dar­la así siem­pre y ante cual­quier clien­te, día a día. Eso es lo que ya ha con­se­gui­do Toni Novo en su Casa Car­me­la, una regu­la­ri­dad sobre­sa­lien­te, pri­me­ro hacien­do diez, lue­go vein­te y, aho­ra, creo que anda por las seten­ta u ochen­ta pae­llas cada fin de sema­na en la Mal­va­rro­sa, ele­van­do el res­tau­ran­te de pla­ya típi­co valen­ciano a la cate­go­ría de alta coci­na. Y eso tam­bién es otro diez.

Es un orgu­llo para la culi­na­ria valen­cia­na, tener dos cam­peo­nes. Uno, Rio­ja, capaz de coci­nar una pae­lla como si fue­ra un ves­ti­gio arte­sa­nal, la mejor, sin duda. El otro, Novo, por­que ha sido capaz de revo­lu­cio­nar la res­tau­ra­ción del arroz valen­ciano has­ta lle­var­la a unos nive­les extra­or­di­na­rios en todos los órde­nes. ¡Qué feli­ci­dad!

Cró­ni­ca de la visi­ta rea­li­za­da el 18 de diciem­bre de 2021

Aque­llo que bus­ca­mos sue­le hallar­se muy cer­ca. Jor­ge Luis Bor­ges (extraí­do del libro La bala­da del bar Torino, de Rafa Lahuer­ta Yúfe­ra)

 

San­tos Ruiz

Vicen­te Rio­ja está hoy al fren­te del Rio­ja, cuar­ta gene­ra­ción de una saga que fun­dó este res­tau­ran­te en 1924. Vicen­te se for­mó entre la barra y los fogo­nes pero tam­bién acu­dió a la escue­la del Grao de Cas­te­llón en los años 80, cuan­do este cen­tro era prác­ti­ca­men­te el úni­co con pres­ti­gio en la ense­ñan­za de la gas­tro­no­mía. Sin embar­go, no le ha resul­ta­do fácil intro­du­cir los cam­bios nece­sa­rios para ir trans­for­man­do el nego­cio fami­liar que, final­men­te, ha muta­do de bar de pue­blo mul­ti­usos –allí mis­mo ensa­ya­ba la ban­da de Benis­sa­nó– en fla­man­te res­tau­ran­te de mer­ca­do. Ofre­ce muchí­si­mas cosas, pero Rio­ja se ha con­ver­ti­do en san­tua­rio de la pae­lla valen­cia­na de car­ne, y has­ta allí acu­den pere­gri­nos de las cer­ca­nas urba­ni­za­cio­nes y de la mis­mí­si­ma capi­tal para degus­tar una de las mejo­res pae­llas que ofre­ce aho­ra mis­mo la res­tau­ra­ción valen­cia­na, y no es fácil. Aquí se hace como man­dan los cáno­nes, pri­me­ro la car­ne –de pollo corra­le­ro y cone­jo con su higa­di­to–, y cuan­do ésta se ha dora­do se hier­ve no más de vein­te minu­tos con las ver­du­ras –dos judías ver­des: ferrau­ra y rot­jet, y la alu­bia fres­ca de la tave­lla–, y des­pués el arroz, que toma­rá el sabor de ese cal­do redu­ci­do. Según sus reglas, no admi­ten cal­de­ros de más de 20 racio­nes, obvia­men­te, para que la capa de arroz sea lo más fina posi­ble.

Cró­ni­ca publi­ca­da en la edi­ción en papel del Alma­na­que Gas­tro­nó­mi­co de la Comu­ni­dad Valen­cia­na 2020.

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