Qué es el “mindful eating” y cómo te puede ayudar

Eli­sa Esco­rihue­la Nava­rro. Nutri­cio­nis­ta y Far­ma­céu­ti­ca

Pue­de que algu­na vez hayas oído hablar sobre el mind­ful­ness, pero ¿has escu­cha­do algo sobre el mind­ful eating?

Si la res­pues­ta es que no, no te preo­cu­pes, por­que hoy te saco de dudas y te expli­co en  que se basa su éxi­to. Y si por el con­tra­rio ya lo cono­ces y quie­res comen­zar a prac­ti­car­lo, te doy unos con­se­jos bási­cos para que pue­das hacer­lo fácil­men­te en cual­quie­ra de tus comi­das.

El mind­ful eating nace como una ver­tien­te de la filo­so­fía del Mind­ful­ness, la cual se cen­tra en la impor­tan­cia de vivir el pre­sen­te como prin­ci­pio bási­co.

Actual­men­te vivi­mos en una socie­dad en la que pre­va­le­cen las pri­sas. Siem­pre que­re­mos aca­bar las cosas corrien­do. Com­pra­mos por inter­net con la opción de envío rápi­do por­que no que­re­mos espe­rar, nues­tro jefe nos exi­ge rapi­dez en nues­tro tra­ba­jo, con­su­mi­mos cien­tos de vídeos rápi­dos en redes socia­les e inclu­so pode­mos pen­sar que algo tan bási­co e impor­tan­te como coci­nar, es un gas­to de tiem­po inne­ce­sa­rio.

En defi­ni­ti­va, que estas situa­cio­nes pro­du­cen un estrés que se tras­la­da a todos los ámbi­tos de la vida y no solo de estrés habla­mos, por­que tam­bién gene­ran otras emo­cio­nes nega­ti­vas que pode­mos lle­gar a apa­ci­guar con comi­da.

Comer con ansie­dad es un pro­ble­ma habi­tual.

De mane­ra que come­mos con más ansie­dad, sin dis­fru­tar prác­ti­ca­men­te de lo que nos esta­mos lle­van­do a la boca. Lo peor de todo, es que a pesar de que el acto de comer en estos momen­tos más ansio­sos, nos pro­du­ce un efec­to de cal­ma, este es tran­si­to­rio, de hecho muchas per­so­nas ni lo sien­ten, sino que pasa direc­ta­men­te a un sen­ti­mien­to de cul­pa­bi­li­dad por la fal­ta de con­trol que ha des­en­ca­de­na­do, comien­do más de la cuen­ta y pro­vo­can­do tam­bién sín­to­mas físi­cos inde­sea­bles como un empa­cho.

Voy a poner un ejem­plo. Si cuan­do voy al cine, siem­pre pido palo­mi­tas, no me plan­teo si me ape­te­cen o si ten­go ham­bre de ver­dad, las com­pro por cos­tum­bre, por­que ten­go muy arrai­ga­do el plan de “cine y palo­mi­tas”, ¿qué ocu­rre? Pues que antes de que se aca­be la peli (a veces inclu­so antes de que empie­ce) ya no me que­de ni una. No he dis­fru­ta­do de esas palo­mi­tas que tan­to me gus­tan. Solo las he comi­do rápi­do por­que no soy cons­cien­te de que las ten­go delan­te y me las estoy comien­do, estoy pen­dien­te de la pelí­cu­la, pero no las he sabo­rea­do, no las he oli­do, no he nota­do su tex­tu­ra, su pun­to sala­do ni su cru­jir al mor­der. Des­pués de aca­bar­me todas las palo­mi­tas, segu­ra­men­te me entre mucha sed, por­que lle­van mucha sal y me sien­to cul­pa­ble de haber comi­do tan rápi­do y sin dar­me cuen­ta.

La corrien­te del mind­ful eating o ali­men­ta­ción cons­cien­te lucha con­tra estos epi­so­dios. El mind­ful eating sig­ni­fi­ca comer ponien­do una aten­ción ple­na a lo que se está comien­do. No se tra­ta de un tipo de die­ta, sino que es todo un esti­lo de vida que pro­po­ne una rela­ción con la comi­da sin sen­ti­mien­tos nega­ti­vos como la cul­pa o la ansie­dad, escu­chan­do al pro­pio cuer­po y a sus nece­si­da­des, por tan­to pro­mue­ve una rela­ción sana con la comi­da.

Comi­da salu­da­ble y cuan­do el cuer­po la pide.

La idea es comer cuan­do tie­nes ham­bre y dejar de comer cuan­do no tie­nes, iden­ti­fi­can­do cuan­do es un ham­bre real o fisio­ló­gi­ca, cuan­do sim­ple­men­te te ape­te­ce comer algo que te gus­ta por cual­quier otra razón.

Este tipo de ali­men­ta­ción va más allá del momen­to úni­co de comer, sino que abar­ca todo el pro­ce­so ali­men­ta­rio, des­de la obten­ción de los ali­men­tos, su coci­na­do y final­men­te cuan­do se con­su­men, apre­cian­do su apa­rien­cia, olor, tex­tu­ra y gus­to, para obte­ner una degus­ta­ción com­ple­ta.

Ade­más, duran­te la prác­ti­ca se tie­ne una espe­cial aten­ción a las sen­sa­cio­nes físi­cas del cuer­po  (ham­bre y sacie­dad), los sen­ti­mien­tos y pen­sa­mien­tos que emer­gen del pro­ce­so de ali­men­ta­ción. Por tan­to, invo­lu­cra la men­te y el cuer­po a tra­vés de las per­cep­cio­nes físi­cas y emo­cio­na­les.

El mind­ful eating pre­sen­ta múl­ti­ples bene­fi­cios para la salud de las per­so­nas que siguen esta corrien­te, entre los que des­ta­can:

  • Per­mi­te dife­ren­ciar el ham­bre físi­ca del ham­bre emo­cio­nal. Pres­tan­do aten­ción a las sen­sa­cio­nes y seña­les cor­po­ra­les, pode­mos lle­gar a dis­tin­guir cuan­do nues­tro orga­nis­mo nece­si­ta comer,  de cuan­do que­re­mos cal­mar una emo­ción nega­ti­va.
  • Mejo­ra la incor­po­ra­ción de hábi­tos salu­da­bles a lar­go pla­zo. Escu­char a tu cuer­po te per­mi­te una elec­ción de ali­men­tos salu­da­bles, que te sien­ten bien y te ayu­den a mejo­rar la salud y tu esta­do de áni­mo.
  • Favo­re­ce la regu­la­ción del peso cor­po­ral. Comer cons­cien­te­men­te, con cal­ma y des­pa­cio, dan­do a nues­tro cuer­po lo que nece­si­ta y no más can­ti­dad ayu­da a que el peso se regu­le y lle­gues a tu peso ópti­mo, dife­ren­te para cada per­so­na y en cada caso.
  • Mejo­ra la diges­tión. El comer des­pa­cio y mas­ti­car bien como abo­ga el mind­ful eating favo­re­ce a una mejor diges­tión de los ali­men­tos y el apro­ve­cha­mien­to de nutrien­tes.
  • Dis­mi­nu­ye la sin­to­ma­to­lo­gía intes­ti­nal. Tan­to por la elec­ción de ali­men­tos más salu­da­bles, como por regu­lar la can­ti­dad de comi­da que inge­ri­mos, mejo­ra la salud de nues­tra micro­bio­ta, lle­gan­do a favo­re­cer tam­bién nues­tro sis­te­ma inmu­ni­ta­rio.
  • Dis­mi­nu­ye los sen­ti­mien­tos nega­ti­vos en rela­ción a la comi­da. La per­so­na tie­ne el con­trol sobre lo qué comer, cuán­do comer y cuán­do dejar de hacer­lo, por tan­to fomen­ta la reduc­ción de la cul­pa, el estrés y la ansie­dad.
  • Dis­mi­nu­ye los even­tos de comi­da com­pul­si­va. Al no invi­si­bi­li­zar las emo­cio­nes con comi­da, solo se come cuan­do se tie­ne ham­bre y los momen­tos de comer sin con­trol se redu­cen.
  • Per­mi­te dis­fru­tar de todo el pro­ce­so rela­cio­na­do con la ali­men­ta­ción. Al eli­mi­nar los sen­ti­mien­tos nega­ti­vos que pue­den sur­gir tras un atra­cón o comi­da des­con­tro­la­da por estrés o ansie­dad, per­mi­ten dis­fru­tar de la comi­da. Pero no solo del acto en sí, sino del pro­ce­so de ela­bo­ra­ción y de la com­pra, por­que no olvi­de­mos que comer es un acto pla­cen­te­ro.
  • Aumen­to de la con­cen­tra­ción, ya que se entre­na a la men­te para mejo­rar esta fun­ción a tra­vés de la ali­men­ta­ción.
  • Pre­sen­ta un impac­to muy posi­ti­vo en la auto­es­ti­ma, ya que la per­so­na es la que tie­ne las rien­das de su ali­men­ta­ción y no es la comi­da la que man­da sobre ella.

El equi­li­brio nutri­cio­nal es fun­da­men­tal.

Si des­pués de toda esta infor­ma­ción te estás pre­gun­tan­do cómo pue­des poner­lo todo en prác­ti­ca y cómo ini­ciar­te en este mun­do tan intere­san­te de la ali­men­ta­ción cons­cien­te, te voy a dar unos sen­ci­llos con­se­jos para ello:

  • Deja de lado todas las die­tas res­tric­ti­vas. Este es el pri­mer paso para lle­var una ali­men­ta­ción intui­ti­va, ya que este tipo de die­tas se basan en la rigi­dez, y en este esti­lo de ali­men­ta­ción se bus­ca la máxi­ma fle­xi­bi­li­dad.
  • Eli­ge con aten­ción los ingre­dien­tes cuan­do los vayas a com­prar y esco­ge los ali­men­tos que te ape­tez­can más.
  • Coci­na los ali­men­tos con mira­mien­to y con­si­de­ra­ción, sien­do cons­cien­te de cada paso que rea­li­zas y con las míni­mas dis­trac­cio­nes posi­bles.
  • Deci­de medi­ta­da­men­te el momen­to en que vas a comer, aban­do­na los jui­cios y eli­ge un ambien­te que te resul­te agra­da­ble y tran­qui­lo.
  • Adop­ta una pos­tu­ra cómo­da y pre­gún­ta­te si tie­nes ham­bre real­men­te, si es así cuán­ta can­ti­dad de ham­bre tie­nes y las sen­sa­cio­nes que esto te pro­du­ce.
  • Obser­var lo que vas a comer. Cui­da la pre­sen­ta­ción de tus pla­tos para que sean más ape­te­ci­bles.
  • Come des­pa­cio, sabo­rean­do la comi­da de mane­ra cons­cien­te. Pue­des dar un boca­do y parar, dejar los cubier­tos y estar en el pre­sen­te notan­do el sabor de los ali­men­tos y sus carac­te­rís­ti­cas.
  • No ten­gas dis­trac­cio­nes cer­ca duran­te el even­to de la comi­da. Evi­ta comer con la tele­vi­sión pues­ta o con el móvil cer­ca. Pue­des poner­te músi­ca tran­qui­la y rela­jan­te, por ejem­plo músi­ca clá­si­ca.
  • Pon mucha aten­ción a tus sen­sa­cio­nes, tan­to antes de comer, si tie­nes ham­bre y en qué medi­da, qué es lo que notas en ese momen­to y cómo res­pon­de tu cuer­po; iden­ti­fi­ca tus emo­cio­nes y sig­nos físi­cos mien­tras estás comien­do; y final­men­te pon el foco cuan­do aca­bes de comer en tu nivel de sacie­dad y de satis­fac­ción.
  • Ali­mén­ta­te como acción de auto­cui­da­do, ten pre­sen­te que con la comi­da estás nutrien­do a tu cuer­po y nota cómo te sien­tes con más ener­gía des­pués de hacer­lo.
  • Feli­cí­ta­te por ser un poco más cons­cien­te de tu vida y de tu ali­men­ta­ción en cada paso, lo estás hacien­do genial.

Si de repen­te estás rea­li­zan­do el mind­ful eating en una comi­da pero pier­des la aten­ción un momen­to y sin dar­te cuen­ta te has aca­ba­do el pla­to o has ido a comer fue­ra con tus ami­gos y no estás pen­dien­te ni con­cen­tra­do en el pro­ce­so, no te preo­cu­pes. Recuer­da que esta prác­ti­ca es más que una mane­ra de ali­men­tar­se, es una for­ma de ver la vida, así que sé ama­ble con­ti­go mis­mo, no te juz­gues y sigue prac­ti­can­do, ahí está la cla­ve.

Te reco­mien­do que te pongas en con­tac­to con un pro­fe­sio­nal die­­ti­s­­ta-nutri­­cio­­ni­s­­ta para que te ase­so­re en tu camino. Es un pro­ce­so a lar­go pla­zo, así que ten pacien­cia y dis­fru­ta del camino.

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