Un viaje enológico e histórico por la Costera

Viñedos en Moixent.

Gerard S. Ferrando

Viajar a la comarca de la Costera, situada al sur de la provincia de Valencia, es viajar hasta su pasado íbero, muy presente en la Bastida de Les Alcusses, pero también es impulsarse hacia el futuro con la innovación constante de las bodegas de la zona. Una tierra bañada de vino y tradición a partes iguales en la que el estómago se deleita con delicias como el arroz al horno, la almoixavena o el gazpacho manchego. Una oportunidad para empaparse de la historia de los Papa Borgia desde el Castell de Xàtiva o de divisar la comarca desde lo alto del Castell de Montesa.

Desde Moixent, al oeste hasta Barxeta al este, una gran variedad de paisajes, monumentos y tradiciones nos acompañan en un viaje de dos jornadas que os proponemos a continuación.

Una antigua bodega convertida en Museo Etnológico

El Museo Etnológico de la Font de La Figuera.

Nuestra primera parada nos lleva hasta el Museo Etnológico de la Font de La Figuera. Allí nos encontramos con una antigua bodega restaurada en la que los vinos descansaban y maduraban en tinajas enterradas en el mismo suelo. Una tradición que, como luego descubriremos en la bodega Celler del Roure, todavía se mantiene en la actualidad.

En el citado museo viajamos también hasta los inicios y mediados del siglo XX para adentrarnos en la recreación de una casa tradicional, con todo tipo de detalles y curiosidades. Una recreación que incluye hasta una antigua destilería y en la que nos recuerdan que el origen de la famosa Coca Cola se encuentra, nada más y nada menos, que en la cercana localidad de Aielo de Malferit. Por cierto, la entrada al museo es gratuita previa reserva.

Los íberos ya apreciaban el vino

La Bastida de Les Alcusses.

Con la mirada ya puesta en el pasado y en el vino nos marchamos hasta la vecina población de Moixent, famosa por su Guerrer de Moixent, y nos dirigimos, precisamente, al lugar donde se encontró, junto a muchos otros restos arqueológicos, la Bastida de Les Alcusses.

Allí, desde lo alto de un cerro, tenemos una visión privilegiada del valle situado al norte, que ya en época íbera, e incluso antes, era una ruta de comercio entre el mar Mediterráneo y el interior de España y por la que hoy discurre la Autovía que va hacia Albacete y Madrid. Y también observamos con gran admiración las vistas al sur, donde un frondoso bosque nos anima a adentrarnos en alguna de sus rutas senderistas. Un bosque que ya utilizaban los íberos al igual que también cultivaban y cosechaban la uva para elaborar vino.

Celler del Roure, una bodega que apuesta por las variedades endémicas

La bodega cava tradicional en Celler del Roure.

Aquellos íberos que habitaron y abandonaron precipitadamente Les Alcusses, al parecer, por un ataque de tribus vecinas con las que rivalizaban por ese control de la ruta comercial entre el mar y la meseta es probable que cosecharan sus viñas en los mismos campos en que hoy se ubica la bodega Celler del Roure. En ella, la tradición y la innovación se unen para crear delicias en forma de vinos ecológicos como el Maduresa, el Parotet o el Safrà.

Con este último, por ejemplo, la bodega fundada y presidida por Pablo Calatayud, ha recuperado la uva Mandó, una variedad endémica de la zona y cuya cepas se arrancaron, casi en su totalidad, en el siglo XX, cuando primaba la cantidad por encima de la calidad o la diferenciación. Un vino que, además, se cría en tinajas de barro ubicadas en su tradicional bodega fonda, sobre un techo y paredes de roca natural. Un vino que probamos con la cata que incluye la visita y que nos deja un sabor suave y agradable para continuar con nuestro trayecto.

Gastronomía tradicional valenciana

Gazpacho manchego en el restaurante El Pitxó.

La mañana va pasando entre viñedos y bosques de pinos hasta llegar al restaurante El Pitxó, donde tenemos el placer de probar algunas de sus especialidades, entre ellas, el gazpacho manchego, muy tradicional también en esta zona de frontera, de paso, de comunicación entre territorios. El restaurante, además, se encuentra enclavado en plena Toscana Valenciana, una finca rústica, rodeada de viñedos que pocos se resisten a inmortalizar con su cámara.

Y, ya se sabe, tras un buen yantar, no hay nada como un paseo, o una siesta también, pero no hemos venido a dormir, así que nos encaminamos hacia el Embalse del Bosquet, muy cerca del restaurante, donde podemos dar un paseo y conocer el origen de este lago artificial y su presa. Estas no son zonas de grandes ríos, pero sus habitantes, ya desde los íberos, siempre han contado con agua que han sabido aprovechar tanto extrayéndola desde el subsuelo, como aprovechando y guardando el agua de lluvia.

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