La Vela, del Campello

Sir­vien­do una olla de meji­llo­nes a la bel­ga, con pata­tas fri­tas.

Restaurante pizzería mirando al mar de Muchavista

Ánge­les Ruiz

La Vela, fun­da­da en 1996, es un clá­si­co con terra­za miran­do al mar en la pla­ya de Mucha­vis­ta. El secre­to de su éxi­to radi­ca en que, a pesar de anun­ciar­se como res­­tau­­ra­n­­te-piz­­ze­­ría, tie­nen mucho más de lo pri­me­ro que de lo segun­do. Aun­que sus piz­zas están muy bue­nas, son de masa fina y ofre­cen varie­dad y ori­gi­na­li­dad en la com­bi­na­ción de ingre­dien­tes, lo más rese­ña­ble de la casa no son las piz­zas, son sus pla­tos de coci­na fran­ce­sa.

No obs­tan­te, si que­re­mos hacer un ¡Evvi­va l’Italia! reco­men­da­mos soli­ci­tar una de sus piz­zas cal­zo­ne, los spa­guet­ti a la mari­ne­ra y la lasa­ña de ver­du­ras, esta últi­ma vie­ne ser­vi­da en cazue­la de barro, como un aman­te, ardien­te y gene­ro­so.

Lasa­ña, ser­vi­da en cazue­la de barro.

Sus ensa­la­das son dife­ren­tes. Para hacer­nos una idea pode­mos pedir un “Gus­tín”: se tra­ta de un dúo de ensa­la­das, de endi­vias, y tibia de molle­jas. No fal­ta la tra­di­cio­nal sopa de cebo­lla, la qui­che Lorrai­ne y el que­so pro­vo­lo­ne al horno.

El apar­ta­do dedi­ca­do al pato es un clá­si­co: paté de pato case­ro, con­fit case­ro, magret de pato a la plan­cha, magret con foie gras y sal­sa de opor­to, magret de pato en sala­da de vina­gre de fram­bue­sa y miel. Uno de los más deli­cio­sos que figu­ran como suge­ren­cias es el pato con sal­sa de naran­ja. Los aman­tes del pelo y plu­ma pue­den degus­tar la per­diz de cam­po en sal­sa.

A noso­tros su car­ta nos recuer­da la coci­na de otro tiem­po, la fran­ce­sa que lle­ga­ba a Espa­ña como sím­bo­lo de refi­na­mien­to y sofis­ti­ca­ción, la untuo­sa coci­na de la man­te­qui­lla y las natas como base de todas las sal­sas. Otro must son los meji­llo­nes a la cre­ma ser­vi­dos a la bel­ga, con sal­sa de nata y acom­pa­ña­dos de pata­tas fri­tas.

El apar­ta­do de car­nes des­ta­ca por su espe­cia­li­dad en car­ne de buey: entre­cot, solo­mi­llo  y chu­le­tón que sir­ven con guar­ni­ción de judías ver­des, pata­tas y cha­lo­tas. ¡Qué pala­bra! ¡Guar­ni­ción! des­apa­re­ci­da por com­ple­to de las car­tas de coci­na espa­ño­la.

Entre­cot al roque­fort.

Nues­tro pre­fe­ri­do es el onglet de buey. Tam­bién se deno­mi­na a este cor­te solo­mi­llo de pul­món, file­te de per­cha o entra­ña grue­sa. Es una pie­za situa­da al cos­ta­do del riñón que algu­nos con­si­de­ran una vís­ce­ra, pero que pese a ser poco atrac­ti­va a la vis­ta, resul­ta extre­ma­da­men­te tier­na y sabro­sa. Se tra­ta de una pie­za popu­lar en Fran­cia y muy deman­da­da, debi­do a que cada ani­mal solo dis­po­ne de una. Es un cor­te que soli­ci­tan los car­ní­vo­ros, ya que su inten­so sabor, que recuer­da lige­ra­men­te al híga­do, tie­ne un toque mine­ral y ferro­so, tan­to que disua­de a los que no están acos­tum­bra­dos a comer car­ne.

Onglet de buey con cha­lo­tas, judías y pata­tas fri­tas.

En esta línea de pla­tos inter­na­cio­na­les se encuen­tra el steak tar­tar, que vie­ne pre­pa­ra­do des­de la coci­na y no rema­tan en mesa, pero está igual­men­te rico, cor­ta­do a cuchi­llo y ser­vi­do con  trián­gu­los de pan grue­so recién tos­ta­do.

Los pos­tres resul­tan acor­des con el res­to de la car­ta. Los pro­fi­te­ro­les con hela­do de vai­ni­lla y cho­co­la­te negro calien­te, la tar­ta de man­za­na y el tira­mi­sú son lo más des­ta­ca­ble.

Pro­fi­te­ro­les.

Tar­ta de man­za­na.

La car­ta per­ma­ne­ce ina­mo­vi­ble y no hace fal­ta que cam­bien pues pocos res­tau­ran­tes que­dan que ofrez­can estos pla­tos. Su clien­te­la fiel hemos ido enve­je­cien­do al rit­mo que mar­can las ilus­tra­cio­nes de su car­ta, don­de un Adán de edad muy avan­za­da ofre­ce a una Eva ya senil un bote de com­po­ta de man­za­na ante la aten­ta mira­da de una flá­ci­da ser­pien­te.

Últi­ma visi­ta 21/9/2024


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