Mesón Marinero, de Alicante

Equi­po del Mesón Mari­ne­ro con Julio y Javi de pie.

Un restaurante familiar, con aire de taberna y sabor del norte

Ánge­les Ruiz

Los her­ma­nos Yan­ci (Julio en coci­na y Javi en sala) regen­tan este nego­cio que inau­gu­ra­ron en 1988 sus padres, Eduar­do y Ali­cia. Al falle­ci­mien­to de su padre en 2014, todo una per­so­na­li­dad en el barrio, se hicie­ron car­go del nego­cio fami­liar. Siguen la tra­di­ción del nor­te, que Eduar­do, cán­ta­bro de naci­mien­to, intro­du­jo en tie­rras ali­can­ti­nas.

Julio y Javi Yan­ci, pro­pie­ta­rios del Mesón Mari­ne­ro.

A lo lar­go de estos años han que­ri­do man­te­ner viva la esen­cia del local, de hecho, en la car­ta se anun­cian como “coci­na de mer­ca­do con cari­ño” y dedi­can un agra­de­ci­mien­to a sus padres “que for­ja­ron este sue­ño, que has­ta hoy sus hijos inten­ta­mos man­te­ner vivo día a día.” Y en esen­cia lo han logra­do, aun­que algu­nas cosas hayan teni­do que cam­biar para hacer el nego­cio sos­te­ni­ble. Por ejem­plo, ofre­cían un menú a medio­día del que se bene­fi­cia­ban clien­tes habi­tua­les del barrio, no en vano el res­tau­ran­te se encuen­tra en el popu­lar San Gabriel y sus pare­des lin­dan con la calle “Por­ve­nir del obre­ro”. Hoy ya no exis­te menú alguno, tra­ba­jan a la car­ta, con un tic­ket medio que ron­da los 60 euros.

De entra­da pode­mos decan­tar­nos por las anchoas de Lolín, ceci­na de Astor­ga  o una bue­na ensa­la­da de ven­tres­ca de boni­to. El mar está muy pre­sen­te: meji­llo­nes (al vapor o pican­to­nes), alme­jas a la mari­ne­ra, pul­po en dos coc­cio­nes, sepio­net a la plan­cha o pun­ti­lli­ta ence­bo­lla­da.

Pun­ti­lli­tas ence­bo­lla­das.

De maris­queo: quis­qui­lla y gam­ba roja. Algu­nos días tie­nen lon­gei­rón. Se dife­ren­cian de las nava­jas por­que sue­len ser de menor cali­bre y sus val­vas son más rec­tas, mien­tras que las de las nava­jas son cur­vas. Pero don­de real­men­te radi­ca la dife­ren­cia es en la tex­tu­ra, el lon­gei­rón galle­go es mucho más tierno y deli­ca­do.

La mejor opción para dis­fru­tar de una exce­len­te comi­da es sin duda el pes­ca­do. El roda­ba­llo, de por sí gela­ti­no­so y de car­ne blan­ca, se sir­ve “a la cas­tren­se” con una deli­cio­sa sal­sa de piño­nes siguien­do la rece­ta de su madre, Ali­cia, ya reti­ra­da, pero que estu­vo muchos años al fren­te de la coci­na. Otras bue­nas opcio­nes son la lubi­na, el den­tón, el besu­go, la cor­vi­na o la urta, que pre­pa­ran a la espal­da. Las pie­zas más gran­des sue­len ser de 2 kilos y medio como mucho; su madre les ense­ño que “los pes­ca­dos más gran­des son más vie­jos, duros y difí­ci­les de tra­ba­jar”.

Roda­ba­llo “a la cas­tren­se”, con sal­sa de piño­nes.

Tam­bién pre­pa­ran xer­na y cabra­cho al horno. La mer­lu­za que figu­ra en car­ta vie­ne de Pasa­jes de San Juan, al lado de San Sebas­tián, y se ofre­ce como mer­lu­za rebo­za­da o como cogo­te de mer­lu­za.

La car­ta de vinos vis­te las pare­des de for­ma ori­gi­nal, en dis­tin­tas piza­rras se cla­si­fi­can como blan­cos, tin­tos, rosa­dos, dul­ces y cham­pan­ges. Le dan al local aire de taber­na. Hay unas diez refe­ren­cias de cada uno de los gru­pos, más que sufi­cien­te. Figu­ran con sus pre­cios. Javi se ha encar­ga­do de selec­cio­nar peque­ñas pro­duc­cio­nes y bode­gas menos cono­ci­das huyen­do de los vinos muy comer­cia­les o que se encuen­tran en gran­des super­fi­cies.

Están pre­pa­ran­do car­ta de pos­tres mari­da­dos con dul­ces, mos­ca­te­les y fon­di­llo­nes. A estos últi­mos, por repre­sen­tar el tipo de vino noble ali­can­tino por exce­len­cia, quie­ren dar­les espe­cial pro­ta­go­nis­mo.

Tira­mi­sú.

Han opta­do por la “hos­te­le­ría feliz” que impli­ca seguir las reglas de la con­ci­lia­ción fami­liar, por lo que cie­rran todas las noches.

Últi­ma visi­ta 20/09/2024


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