Revivir los bares clásicos del Ensanche
David Blay
La zona del Ensanche de Valencia siempre ha estado caracterizada por tres tipos de negocio culinario: el franquiciado (más cercano a la Gran Vía Marqués del Turia), el restaurante aspiracional (imbricado entre las calles interiores) y el bar con buen producto al que tanto los habitantes como los visitantes del barrio acudían con recurrencia.
Con el paso de los años, este signo distintivo ha ido desapareciendo, si bien todavía sobreviven algunos bastiones del buen servicio, las tapas de calidad y las bodegas bien equipadas. Y no deja de ser sintomático que una de sus últimas aperturas haya buscado ese espíritu, combinándolo de manera acertada con una oferta inclusiva para todo tipo de públicos.
MaestroBar nace de personas que conocen de sobra la zona, mantiene conversaciones diarias con los vecinos y recogen sus inquietudes. Y que decidieron, en un local con unas dimensiones y una ubicación impecable, convertirse en un lugar donde lo mismo te sientas en una terraza a tomar el vermut y unas gildas que te inclinas por traer a la familia o los amigos para una comida reposada.
Ellos insisten en que se inspiran en los bares de siempre. Y posiblemente, por servicio y una parte de la oferta se acerquen a ellos. Pero también han conseguido entrar rápidamente en el imaginario colectivo con una serie de propuestas gastronómicas destacables. Y una carta de vinos poco similar a las que tenían lugares parecidos en el siglo XX.
Las dos caras de MaestroBar se confrontan en función de lo que quiera el comensal, que puede optar también por un lado más informal con mesas altas e incluso por pequeños reservados. Una comida base, en formato de pequeñas raciones, podría llevarle a degustar una Cecina de angus muy sabrosa, un Tomate del mercado con encurtidos y bonito, un Steak tartar en su justo punto de picante con pan a la brasa y hasta una Ensaladilla con ventresca.
Pero existe una propuesta algo más elevada, por producto y elaboración. Y, localizándose donde lo hace, a un precio muy razonable habida cuenta de la inflación que recorre cualquier cuenta asociada a una experiencia en torno a una mesa. Aquí destacan el Crudo de lubina con mignonette, el Katsu sando ibérico (un sandwich de origen japonés que es uno de los platos estrella de la casa), la Parpatana de atún rojo de Barbate y hasta una Chuleta a la brasa.
En una plaza soleada casi todo el año, a medio camino entre Ruzafa y el Ensanche y con mucho espacio interior, la apuesta de los hermanos Gómez por una cocina ininterrumpida de 12 a medianoche se ha convertido rápidamente en punto de referencia y de peregrinación. Demostrando, al mismo tiempo, que existen conceptos que son capaces de conectar con el público sin atenerse a excesivas complicaciones.
Pinchar en las imágenes para verlas ampliadas y en carrusel.