José María y Ángela Carrión.
Buenos arroces a pie de playa
Ángeles Ruiz
La pareja formada por José María y Ángela Carrión son los propietarios de La Tartana. El local alcanzó fama en su anterior ubicación en Torrellano. Desde hace unos años, ya trasladados a la Playa de Urbanova y con una terraza con vistas magníficas, siguen destacando por hacer buenos arroces, sobre todo el de codillo.
Ángela, es Máster en Arroces y Alta Cocina Mediterránea por la Universidad de Alicante, lo que ha añadido a su formación autodidacta: la experiencia de aprender de la mano de los mejores chefs y, al mismo tiempo, ganándose por méritos propios en el difícil mundo del arroz, la justa fama de saber hacerlos.
Su carta presenta arroces contundentes, como el de rabo de toro, o el de manita de cerdo y morcilla asturiana, y el de codillo de cerdo, que sirven ya deshuesado. Los dos últimos los recomendamos en especial. De pescado, ofrecen el clásico a banda y el típico arroz negro.
En el mundo del arroz cabe casi todo y en La Tartana han optado, en lugar de por la originalidad, por las buenas armonías, como por ejemplo el arroz de chopitos y ajos tiernos, o el de sepia y gamba roja. Preparan también arroces más excelsos, como los de langosta, o de parpatana de atún, incluso el de bogavante que sirven al estilo senyoret, para que el comensal no tenga necesidad de mancharse las manos.
El repertorio de carnes está bien cubierto con el chuletón de vaca –madurado un mes–, el solomillo, el rabo de toro deshuesado, el codillo, la hamburguesa e incluso el cachopo.
En el capítulo de entradas, encontramos para abrir boca desde aperitivos tradicionales como unos boquerones, buñuelos de bacalao o una fritura de pescado, a entrantes ya más frecuentes en las cartas como las berenjenas a la miel o las tortillitas de camarones (figuran en carta como tortitas). Éstas últimas se han popularizado entre los restaurantes porque se comercializan congeladas, pero nada tiene que ver con las que se consumen en Cádiz, con el camarón de la Isla recién cogido, su harina de garbanzo, cebolleta, perejil fresco y fritas en un buen aceite.
La Tartana es un restaurante de gestión familiar que dispone de pocas mesas y, en ocasiones, con el restaurante lleno, el servicio se ralentiza, por lo que no conviene acudir con prisas. De fondo, el rumor de las olas que se ve interrumpido de vez en cuando por los aviones que despegan en la pista del cercano aeropuerto del Altet.
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