La cena del centenario en el Rioja de Benissanó

No hagan olas

Juan Lagar­de­ra

Des­pués de coci­nar duran­te varias sema­nas para los dam­ni­fi­ca­dos de las inun­da­cio­nes, el chef Vicen­te Rio­ja tuvo tiem­po para invi­tar a sus ami­gos y bue­nos clien­tes el pasa­do vier­nes 6 de diciem­bre a una cena his­tó­ri­ca. Vicen­te qui­so con­me­mo­rar el cen­te­na­rio de su hotel res­tau­ran­te en la ave­ni­da prin­ci­pal de Benis­sa­nó, a menos de 30 kiló­me­tros de Valen­cia. La fami­lia Rio­ja repre­sen­ta a cua­tro gene­ra­cio­nes de hos­te­le­ros en la comar­ca del Camp del Túria y Vicen­te se sien­te orgu­llo­so de ese lega­do. Ha edi­ta­do cami­se­tas con­me­mo­ra­ti­vas, vinos cui­da­dos bajo su eti­que­ta o acei­tes espe­cia­les, y pre­pa­ra un gran libro sobre sus cono­ci­mien­tos culi­na­rios en torno al arroz.

Vicen­te Rio­ja en la pre­via de la cena

No es para menos. Por­que no es fácil que un esta­ble­ci­mien­to culi­na­rio alcan­ce los cien años. Ni tam­po­co que un bis­nie­to sien­ta tan­to res­pe­to por la tra­di­ción fami­liar here­da­da. En Espa­ña no hay muchos res­tau­ran­tes con ese pedi­grí bio­grá­fi­co ni que cui­de el rece­ta­rio tra­di­cio­nal con el mimo y talen­to nece­sa­rio para poner al día sus pro­pues­tas. La gue­rra civil y la lar­ga pos­gue­rra de ham­bru­na y racio­na­mien­tos pue­de que esté en el tras­fon­do de esa pér­di­da.

Varias déca­das des­pués, para cuan­do la coci­na espa­ño­la se puso en órbi­ta, ha con­quis­ta­do los pri­me­ros pues­tos mun­dia­les de la van­guar­dia, pero exis­te un cier­to vacío res­pec­to a la gas­tro­no­mía tra­di­cio­nal. Se man­tu­vo fir­me en el País Vas­co y poco más: en el café Iru­ña de Bil­bao, en los Rekon­do, Uro­la o La Viña de San Sebas­tián, en asa­do­res como Elcano de Gue­ta­ria o el rena­ci­do Etxe­ba­rri de Vítor Arguin­zó­niz. Y no más de una doce­na de gran­des casas de coci­na clá­si­ca se pue­den des­ta­car en el res­to de nues­tro país, res­tau­ran­tes olvi­da­dos, curio­sa­men­te, por las guías gas­tro­nó­mi­cas mul­ti­na­cio­na­les que solo asig­nan a Espa­ña el valor de lo con­tem­po­rá­neo. El Mòtel de Figue­res bajo el man­do de Josep Subirós –y el Duran de la mis­ma pobla­ción–, Can Culle­re­tes de Bar­ce­lo­na, el His­pa­nia de las her­ma­nas Rexach, el Echau­rren de la rio­ja­na Ezca­ray en la ver­sión materno-tra­­di­­cio­­nal, Ca n’Alfredo en Ibi­za, Lhardys o la taber­na Pedra­za en Madrid, la Hacien­da del Car­de­nal en Tole­do, las casas de Gerar­do y Mar­cial o el Molí de Min­gu en Astu­rias… A esta estir­pe neo­clá­si­ca per­te­ne­ce el Hotel-Res­­tau­­ra­n­­te Rio­ja. Cien años le con­tem­plan.

Maru­ja, Vicen­te y Nadal Rio­ja

Vicen­te, la cuar­ta gene­ra­ción, hace segu­ra­men­te la mejor pae­lla de la huer­ta valen­cia­na del mun­do. Una pae­lla de pollo y cone­jo cria­dos eco­ló­gi­ca­men­te, con las ver­du­ras de su pro­pio huer­to, arroz de la Albu­fe­ra, hecha con leña de naran­jo; subli­me. Los gran­des crí­ti­cos y los gigan­tes de la coci­na se han ren­di­do a la pae­lla del Rio­ja, de Gar­cía San­tos o Capel a Qui­que Dacos­ta, de Ele­na Arzak a The Times. El mejor coci­ne­ro de sushi, Jiro Ono, le invi­tó a Tokio este mis­mo año para inter­cam­biar cono­ci­mien­tos en torno al arroz. Pero las inquie­tu­des de Vicen­te van más allá y jun­to a varios cien­tí­fi­cos y estu­dio­sos de la Uni­ver­si­dad Poli­téc­ni­ca ha des­nu­da­do, paso a paso, los secre­tos de la pae­lla más uni­ver­sal, ana­li­za­do la com­ple­ja evo­lu­ción bio­quí­mi­ca que se pro­du­ce duran­te el coci­na­do de la mis­ma. Leyen­das fal­sas, secre­tos con­tras­ta­dos, todo está en el libro que está pre­pa­ran­do Vicen­te Rio­ja, el tra­ta­do defi­ni­ti­vo sobre la pae­lla valen­cia­na.

Vicen­te Rio­ja con su pae­lla, para muchos, la mejor del mun­do. Foto Fran­cesc Gui­lla­met

Aun­que para cele­brar el cen­te­na­rio de su casa con las puer­tas abier­tas no nos ofre­ció su pae­lla. Los valen­cia­nos man­te­ne­mos la máxi­ma de no comer arroz por la noche. Eso es para los gui­ris. La noche del cen­te­na­rio fue rega­da con gran­des vinos y un menú fan­tás­ti­co que puso en valor la sin­ce­ri­dad de la des­pen­sa con la que tra­ba­ja Vicen­te Rio­ja, acom­pa­ña­do por su inse­pa­ra­ble espo­sa Vir­gi­nia Pas­cual y sus tres hijas, Vir­gi­nia, María y Àngels, y sus padres Nadal y Maru­ja, más la efi­caz maî­tre Che­lo y dos ami­gos, can­tan­tes de ópe­ra, la mez­zo­so­prano benis­sa­ne­ra Cris­ti­na Faus y el tenor Javier Tomé, a los que se unió el actor gour­met Juan Echa­no­ve para echar el colo­fón emo­ti­vo can­tan­do jun­to a la trein­te­na de bue­nos ami­gos el brin­dis de la Tra­via­ta mien­tras un gran pas­tel de boda con las cien velas sim­bó­li­cas hizo furor en la casa. ¡Que la hora efí­me­ra se embria­gue de delei­te! ¡Beba­mos, por­que el vino avi­va­rá los besos del amor!, tal como escri­bió Fran­ces­co Pia­ve para el genio de Giu­sep­pe Ver­di ins­pi­rán­do­se en Ale­jan­dro Dumas. Por­que la cul­tu­ra –y la gas­tro­no­mía es una de sus for­mas–, siem­pre se crea a tra­vés de vasos comu­ni­can­tes.

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