Cómo distinguir un buen azafrán de calidad

Los deli­ca­dos fila­men­tos de la flor que apor­tan color, sabor y aro­ma a nues­tras rece­tas han lle­ga­do a ser la espe­cia más cara del mer­ca­do, equi­pa­rán­do­se su pre­cio al del oro. Des­ta­ca su cul­ti­vo en Espa­ña e Irán. 

Ánge­les Ruiz

Esta­mos en ple­na reco­gi­da de la cose­cha de aza­frán. Los bul­bos que se sem­bra­ron en agos­to ya han dado flor. Una bella y efí­me­ra flor deno­mi­na­da Cro­cus sati­vus L, podría decir­se que flor de un día, ya que se mar­chi­ta rápi­da­men­te. De su ova­rio nacen tres estig­mas de color rojo, fle­xi­bles y aro­má­ti­cos. Son las briz­nas o cla­vos de aza­frán. Estos deli­ca­dos fila­men­tos, que apor­tan color, sabor y aro­ma a nues­tras rece­tas, han lle­ga­do a ser la espe­cia más cara del mer­ca­do, equi­pa­rán­do­se su pre­cio al del oro.

La cam­pa­ña es cor­ta, dura unos quin­ce días, e inten­sa, ya que la reco­gi­da se rea­li­za a mano, cor­tan­do cada flor una a una. Requie­re de gran esfuer­zo físi­co, el reco­lec­tor per­ma­ne­ce horas incli­na­do sobre el aza­fra­nal. La reco­gi­da no debe pos­po­ner­se, la flor se mar­chi­ta al día siguien­te de mani­fes­tar­se. Una vez dis­pues­ta sobre capa­zos se lle­van a los “por­ches”, habi­ta­cio­nes espa­cio­sas situa­das en la pri­me­ra plan­ta de las casas. Aquí se extien­de sobre lonas en el sue­lo y se va tra­se­gan­do a una lar­ga mesa en la que se aco­mo­dan las “mon­da­do­ras”. Con sumo cui­da­do, pero a gran velo­ci­dad, las exper­tas manos extraen los tres rojos estig­mas que lla­ma­mos aza­frán, esta ope­ra­ción se deno­mi­na “des­briz­ne”. Deben cor­tar­los en el lugar exac­to, que­dan­do los tres estam­bres rojos uni­dos a la par­te alta del esti­lo de la flor, de tono blan­que­cino o ama­ri­llen­to. Des­pués se pro­ce­de al pesa­do y al tues­te de las hebras.

Cam­pos de aza­frán.

En Espa­ña la zona pro­duc­to­ra de aza­frán es Ara­gón y Cas­ti­lla La Man­cha. La plan­ta­ción se rea­li­za en peque­ñas par­ce­las infe­rio­res a una hec­tá­rea y aso­cia­das a otros cul­ti­vos de huer­ta. El aza­frán pro­du­ci­do aquí, es con­si­de­ra­do el de mayor cali­dad del mun­do. Sin embar­go, su cul­ti­vo ha ido en retro­ce­so debi­do, entre otras cues­tio­nes, a que la reco­gi­da de la flor y su des­briz­na­do, son tareas que se rea­li­zan de for­ma total­men­te manual, y por tan­to resul­tan cos­to­sas.

En la actua­li­dad el 90% del aza­frán que se con­su­me en el mun­do pro­ce­de de Irán. Le sigue en impor­tan­cia Espa­ña. Otros paí­ses pro­duc­to­res a menor esca­la son: India, Marrue­cos, Pakis­tán, Afga­nis­tán, Gre­cia e Ita­lia. Tam­bién Argen­ti­na pro­du­ce aza­frán y algu­na zona de EEUU.

Las dis­tin­tas pro­ce­den­cias se ven refle­ja­das en la cali­dad. Hay varias for­mas de dis­tin­guir un aza­frán de otro. La más evi­den­te es el tra­di­cio­nal “ojí­me­tro”. En el aza­frán que pro­ce­de de Espa­ña las tres briz­nas van uni­das por una par­te blan­ca o ama­ri­llen­ta lla­ma­da rabi­llo, la copa de la briz­na es más ancha y el cuer­po más grue­so. El aza­frán ira­ní en cam­bio, tie­ne el cuer­po más fino, las briz­nas están suel­tas y no tie­ne par­te blan­cas, lo que se deno­mi­na aza­frán coupé.

Tres estig­mas.

Otra dife­ren­cia que se apre­cia a sim­ple vis­ta es el tono de color. El aza­frán espa­ñol sue­le ser rojo inten­so, esto vie­ne a decir que es un aza­frán nue­vo y por tan­to con mayor poder colo­ran­te. En cam­bio, el rojo oscu­ro, sin inten­si­dad, se debe al paso del tiem­po (no es de la tem­po­ra­da), a que ha sido seca­do al sol (el peor méto­do para obte­ner un aza­frán de cali­dad) o des­hi­dra­ta­do en gran­des can­ti­da­des en un horno (con este méto­do unas par­tes que­dan más tos­ta­das que otras y el aza­frán que no que­da bien tos­ta­do tien­de a oscu­re­cer­se mer­man­do su poder colo­ran­te.)

Un aná­li­sis quí­mi­co tam­bién deja­ría notar las dife­ren­cias. Si se ana­li­za la cro­ci­na (com­po­nen­te colo­ran­te), la pico­cro­ci­na (com­po­nen­te del sabor) y el safra­nal (com­po­nen­te aro­má­ti­co) se esta­ble­ce­rán gran­des con­tras­tes entre un aza­frán y otro.

En resu­men, con­vie­ne com­prar aza­frán espa­ñol ya que la mejor cali­dad de aza­frán siem­pre se encuen­tra en un aza­frán nue­vo del año natu­ral, cose­cha­do y tra­ba­ja­do de modo arte­sa­nal y con un pro­ce­so de des­hi­dra­ta­ción ade­cua­do.

Aza­frán ira­ní.

Lle­ga­dos a este pun­to intro­du­ci­mos otro ele­men­to, el colo­ran­te ali­men­ta­rio, com­pe­ti­dor del aza­frán, muy pre­sen­te en la coci­na espa­ño­la. Su his­to­ria se remon­ta a los duros años de la Gue­rra Civil. Para sus­ti­tuir a los estam­bres de aza­frán nace el colo­ran­te ali­men­ta­rio, con­di­men­to arti­fi­cial ela­bo­ra­do a par­tir del áci­do tar­tá­ri­co. Su uso con­quis­tó los hoga­res espa­ño­les, no tenía nada que ver con la noble flor. El colo­ran­te era insí­pi­do, pero bara­to, y en los tiem­pos que corrían, su ale­gre tona­li­dad ama­ri­lla ale­gra­ba los pla­tos esca­sos de pro­duc­to. En la actua­li­dad el colo­ran­te ali­men­ta­rio se ela­bo­ra con hari­na de maíz, colo­ran­te, tar­tra­ci­na (E‑102) y sal. En Euro­pa la nor­ma­ti­va indi­ca que resul­ta obli­ga­do poner en la eti­que­ta: ”este pro­duc­to pue­de tener efec­tos nega­ti­vos sobre la acti­vi­dad y la aten­ción de los niños.”

Final­men­te, otro com­pe­ti­dor del aza­frán es la cúr­cu­ma Cur­cu­ma lon­ga. Es origi­na­ria de la India Orien­tal y que for­ma par­te de con­di­men­tos como el curry. Se tra­ta de una raíz per­te­ne­cien­te a la fami­lia del jen­gi­bre. Es un colo­ran­te natu­ral cuyo uso se ha exten­di­do en la coci­na espa­ño­la, en la que, dicho sea de paso, tra­di­cio­nal­men­te no tenía nin­gu­na pre­sen­cia. gra­cias a sus pro­pie­da­des rela­cio­na­das con un prin­ci­pio acti­vo, la cur­cu­mi­na, bene­fi­cio­so para la mejo­ra de la salud al resul­tar anti­oxi­dan­te y anti­in­fla­ma­to­ria, Apor­ta un color ama­ri­llo ana­ran­ja­do a las rece­tas, Últi­ma­men­te algu­nos chefs la uti­li­zan en la ela­bo­ra­ción de pae­llas y en arro­ces. Colo­rea salu­da­ble­men­te, pero no apor­ta aro­ma ni sabor sig­ni­fi­ca­ti­vos.


Foto­gra­fías: Ánge­les Ruiz

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