Un pedazo de Galicia en el interior alicantino
Ángeles Ruiz
Sigue sorprendiendo encontrar en un municipio de interior un restaurante y una barra como Casa Tomás, repleta de los mejores pescados y marisco frescos, sobre todo porque no los encontramos en una capital. Aunque eso aquí no importa, los pescetarianos llegan de allende de los mares y, si no de tan lejos, digamos que de todos los puntos de la provincia alicantina para disfrutar del banquete ictiológico.

Barra de Casa Tomás.
El restaurante es grande, con bastante capacidad, terraza cerrada, comedor, reservado… pero no tiene ese aire de merendero chusco a que nos tienen acostumbrados los locales de estas características, no, más bien luce personal uniformado de forma adecuada, mesas vestidas con mantel y servilletas de hilo. Nada más franquear la puerta, podemos hacernos una idea del festín que se avecina. El acuario luce repleto de bogavantes y bueyes de mar. Aquí hemo encontrado el buey de mar más grande que jamás hemos visto; nos dieron ganas de bautizarlo, ponerle nombre antes de dar cuenta de él, pero finalmente lo indultamos por ser primus inter pares.

Centolla servida en Casa Tomás.
En su lugar nos prepararon una centolla llegada de Galicia como sólo en el norte saben hacerlo. Con toda su carne desmenuzada y servida en su caparazón. Sin un solo y molesto trozo de su esqueleto. Repleta de coral y jugosa, con el toque que le aporta unas gotitas de vino de Jerez.

Erizos de mar.

Ensaladilla de marisco.
Los erizos de mar saltan de la barra. La ensaladilla de marisco está elaborada con eso, con marisco, no como esas insulsas ensaladillas bautizadas con el mismo nombre y preparadas con palitos de cangrejo congelado. El paisaje nos hace llorar de emoción: percebes, ostras gallegas, cañaíllas, nécoras, almejas de carril, tellinas, cigala, navajas, quisquilla, gamba blanca, gamba roja, zamburiñas… Incluso delicatessen que son difíciles de encontrar como los santiaguiños, el longueirón o las angulas de Aguinaga.
En la carta: cocochas de merluza al ajillo, huevas de lubina rebozadas, calamares encebollados al albariño, calamar de bahía a la plancha…
Merece especial mención el pulpo que preparan a la gallega, al horno al estilo murciano y a la parrilla de carbón. Haciendo una concesión a la modernidad (en esta casa que se respira producto y tradición) lo elaboran rebozado con mayonesa hoysin y salsa kinchy.

Boquerones fritos.
Los boquerones fritos, fresquísimos, dorados y sin exceso de aceite, como si nos los estuvieran sirviendo en el mismísimo barrio de la Carihuela de Torremolinos. Los introdujimos en la boca hasta la mitad y los mordimos ligeramente en el centro para tirar así de su carne y desechar la espina intacta, siguiendo la técnica malagueña.

Llandeta de peix.
En el capítulo de pescados lo más común es encontrar doradas, lubinas, lenguados y corvinas todas ellas salvajes, también dénton, rodaballo y rape. Optamos por un llandeta de peix, de corvina salvaje, con sus patatitas, su tomatito y su cebolla con todo el jugo de la corvina y no demasiado hecha, deliciosa.
El capítulo de carne también es excelente. No falta el chuletón de vaca (madurado 70 días), entrecot, solomillo gallego y paletilla asada al estilo tradicional.
La carta es extensa pero la materia prima luce fresca porque registran lleno todos los días. Es necesario reservar. Recomendable al 100%.

Tarta de queso.
Última visita: 18 de enero de 2025