Barbados

Coci­na de Bar­ba­dos, abier­ta al clien­te.

  • VALENCIA

  • Calle Los Pedro­nes, acce­so 2 (al sur­oes­te de Gas­par Agui­lar).

  • 963 778 985 / 673 816 594

  • Abre domin­go, mar­tes y miér­co­les al medio­día a par­tir de las 13h, y jue­ves, vier­nes y sába­do tam­bién al medio­día y ade­más por la noche a par­tir de las 20:30h. Cie­rra los lunes. Vaca­cio­nes en Sema­na San­ta y tres sema­nas de agos­to.

  • Pre­cio medio 40/50 €

Auténtica marisquería popular

Juan Lagar­de­ra

Entre el final de Gas­par Agui­lar, el barrio de la Val­va­ne­ra, el Huer­to de Sena­bre y dan­do fron­te­ra con San Mar­ce­lino, cer­ca del hos­pi­tal Peset y del anti­guo canó­dro­mo de la Cruz Cubier­ta, se alzó un nue­vo barrio entre los años 70 y 80 del pasa­do siglo. A los urba­ni­za­do­res de enton­ces les dio por dise­ñar un par de ejes pea­to­na­les con una peque­ña fila de arbus­tos en medio, como si fue­ra Park Ave­nue. Esas calles, Los Pedro­nes y Beetho­ven, ade­más del nue­vo par­que del vie­jo cuar­tel de Arti­lle­ría, le han dado toda la vida a esta zona de la ciu­dad que anta­ño fue­ron sola­res y cam­pos yer­mos que gara­ba­tea­ban los lími­tes de Valen­cia.

Los pri­me­ros en dar­se cuen­ta del poten­cial de ese lugar fue­ron Paco Parra y Mai­te Garri­gós. Él en la coci­na y ella en la sala, deci­die­ron abrir en la pea­to­nal de Los Pedro­nes (nom­bre de una peque­ñí­si­ma aldea de Reque­na y que alu­de a gran­des pie­dras), un bar de tapas. Le lla­ma­ron Bar­ba­dos, como las islas cari­be­ñas, y pron­to se decan­ta­ron por el maris­co, no sabe­mos muy bien por qué, aun­que lo bien cier­to es que no era el pri­mer inten­to de maris­que­ría peri­fé­ri­ca en Valen­cia. Recor­de­mos JM en Mon­teo­li­ve­te, Los Bolos camino del puer­to, Sol en Ruza­fa, Casa Ama­deo en el Car­men, San­ta Cruz en la calle Cuen­ca… la mis­mí­si­ma Cive­ra empe­zó en el barrio de Sagun­to.

Los humildes inicios de Barbados

Mos­tra­dor con maris­co fres­co.

Allí pelea­ron Paco y Mai­te con un barrio de poder adqui­si­ti­vo modes­to, nada acos­tum­bra­do a comer fue­ra de casa, tal vez a algu­na sali­di­ta noc­tur­na los fines de sema­na. Pero lo bien cier­to es que per­se­ve­ra­ron y acer­ta­ron. Se fue corrien­do la voz y con­si­guie­ron una clien­te­la fiel, sufi­cien­te para que hubie­ra rota­ción en los pes­ca­dos y maris­cos, el prin­ci­pal esco­llo en este nego­cio de la res­tau­ra­ción dedi­ca­da a los fru­tos del mar. Su éxi­to dig­ni­fi­ca­ba al barrio, y sus veci­nos difun­dían con orgu­llo que en la zona había un buen res­tau­ran­te de maris­co. Ver para creer.

A día de hoy, Bar­ba­dos es la ense­ña de la zona, toda la calle pea­to­nal se ha con­ver­ti­do en un suce­der de ofer­tas hos­te­le­ras. Hay de todo, des­de un asiá­ti­co al típi­co bur­ger o la piz­ze­ría de marras, pero Bar­ba­dos bri­lla con luz pro­pia. Mai­te se ha reti­ra­do y Paco ha deja­do la coci­na para diri­gir todo el movi­mien­to. El local ha gana­do en fun­cio­na­li­dad y reper­to­rio.

No hay menú del día, pero sí ofer­ta dia­ria de las lon­jas. Un fes­ti­vo cual­quie­ra es difí­cil encon­trar mesa y cubren no menos de 150 coman­das por turno. Pero tie­ne per­so­nal sufi­cien­te en coci­na y en sala para dar pron­ta sali­da a tan­ta clien­te­la. Un y venir como si estu­vié­ra­mos de ver­dad en una taber­na por­tua­ria, dan­do de comer a la mari­ne­ría mien­tras entran sin parar las cajas de vino y los barri­les de cer­ve­za.

El acua­rio con las lan­gos­tas y los boga­van­tes.

Todo se ha pro­fe­sio­na­li­za­do y a mejor, con los pro­duc­tos fres­cos dan­do la cara en las vitri­nas de la barra o en los acua­rios de los gran­des crus­tá­ceos. La ofer­ta es múl­ti­ple y cam­bia con la fre­cuen­cia que da el mer­ca­do, y no es fácil man­te­ner­se en ese orden de plu­ra­li­dad y, ade­más, con­te­nien­do los pre­cios para que no asus­ten a la parro­quia. Sin fili­gra­nas y sin exce­sos.

Mariscos de primera

La coci­na es plan­cha, maris­co her­vi­do si se ter­cia, ensa­la­di­llas y tapeo frío, horno para los pes­ca­dos y fue­gos para pae­llas y fideuás. Por ser fiel a la car­ta aquí se jac­tan de tener casi siem­pre ostras, alme­jas, canaí­llas, angu­las, cen­to­llas, espar­de­ñas y un sin­fín de gam­bas y ciga­las. Y lue­go, lo de casi todos los lados, ade­más de txan­gu­rro, zam­bu­ri­ñas, sepias, pul­pos y algu­na que otra car­ne que no vimos por nin­gún expo­si­tor y en mesa algu­na. Eso sí, salen con fre­cuen­cia las pae­llas de maris­co (que otros lla­man aho­ra del sen­yo­ret) o de boga­van­te, las fideuás de fideo fino, así como pes­caí­to fri­to, ban­de­jas de zar­zue­la de maris­co, mer­lu­zas de pin­cho y roda­ba­llos sal­va­jes… Un fes­ti­val en una esqui­na recón­di­ta de esta sor­pren­den­te, a veces, Valen­cia culi­na­ria.

Cama­ro­nes her­vi­dos.

Hacía más de cin­co años que no visi­tá­ba­mos Bar­ba­dos. Aho­ra ya no está la sim­pá­ti­ca Mai­te expli­can­do la car­ta inter­mi­na­ble, pero el res­tau­ran­te sigue como un tiro. Toma­mos cer­ve­za –tie­nen todas las que espon­so­ri­za Hei­ne­ken– aun­que nos sor­pren­dió una car­ta de vinos más que sufi­cien­te para estar don­de esta­mos con el aña­di­do de una ofer­ta muy sen­sa­ta de cham­pag­nes fran­ce­ses para quien se quie­ra dar un buen home­na­je. Encon­tra­mos, por lo demás, los mejo­res blan­cos valen­cia­nos: Nodus, Men­do­za, Pago de los Bala­gue­ses, Impromp­tu, ade­más de varios gode­llos, un txa­co­lí y un ries­ling alsa­ciano.

All i pebre de angui­la.

Una comida magistral

¿Qué comi­mos? Rápi­do y nota­ble. Una ensa­la­di­lla de cen­to­lla, fina y en su pun­to de tex­tu­ra, tem­pe­ra­tu­ra y sal­sa, que no es fácil. Una cazue­li­ta de gam­bas al aji­llo, exce­len­te. Unos cama­ro­nes (gam­bi­ta peque­ña pare­ci­da a la quis­qui­lla) her­vi­dos, tam­bién al pun­to. Un alli­pe­bre cam­peón (ganó en 2015 el pre­mio del Pal­mar), a nues­tro jui­cio un poco subi­do de tono (en espe­su­ra que no en pican­te) con la sal­sa. Un baca­lao a la viz­caí­na exce­len­te, con las pie­zas del pes­ca­do per­fec­ta­men­te des­es­pi­na­das y en lomos que se las­ca­ban solo con ver­los, acom­pa­ña­dos con la sal­sa bien tra­ba­da y autén­ti­ca de pimien­to cho­ri­ce­ro, nada de toma­te. Magis­tral.

Lan­gos­ta con hue­vos fri­tos y pata­tas pana­de­ra.

Para ter­mi­nar, una lan­gos­ta fri­ta al esti­lo balear, con pata­tas pana­de­ra y rema­ta­da con hue­vo fri­to. La lan­gos­ta, excep­cio­nal, de mediano tama­ño (las mejo­res) y con sus hue­vas. Muy bien fri­ta, como los hue­vos. Sobra­ba un pelín de acei­te en la ban­de­ja, aun­que lo com­pen­sa­ba la cali­dad del pan para mojar, cru­jien­te y sabro­so a pesar de ser un día fes­ti­vo. De pos­tre, buñue­los de todos los san­tos con cho­co­la­te.

Y lo más sor­pren­den­te, no lle­ga­ba a 40 euros por per­so­na, bebi­das y cafés apar­te.

Mere­ce la pena lle­gar­se has­ta allí, pues a pesar de que ape­nas exis­te coci­na crea­ti­va, esta­mos ante una ofer­ta hon­ra­da y ver­ti­gi­no­sa, sen­ci­lla pero impe­ca­ble en sus pre­sen­ta­cio­nes, cuyos acier­tos resal­tan por enci­ma de cual­quier media con la que los com­pa­re­mos y en don­de el pro­duc­to no solo man­da, sino que se ajus­ta a un pre­cio razo­na­ble y no resul­ta una excu­sa para los atra­cos y abu­sos que vemos con fre­cuen­cia. Arre­mán­guen­se y dis­fru­ten en este Bar­ba­dos que lle­va camino de cua­tro déca­das en pie, a pesar de lo tor­tuo­so del camino, en este caso, del mar.

Visi­ta rea­li­za­da el pasa­do 1 de noviem­bre de 2023

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