Un recorrido milenario por restaurantes que elaboran platos tradicionales que están desapareciendo de nuestro recetario. Visitamos Alicante, la Vila Joiosa, Santa Faz, Dénia y Benidorm.
Ángeles Ruiz
Es temporada de atún rojo de almadraba, el gigante de la mar de carne deliciosa y altamente cotizada. Tras las primeras levantás que tuvieron lugar durante el mes de abril en las almadrabas gaditanas de Barbate, Conil, Zahara de los Atunes y Tarifa, es un buen momento para degustar este delicioso bocado.
Desde la antigüedad, la humanidad ha recurrido a todo tipo de estratagemas para abastecerse de la preciada carne de este gigante de la mar. Año tras año, el Thunnus Thynnus fiel a la llamada de la reproducción, ha realizado el mismo viaje que le lleva a recorrer grandes distancias, desde las frías aguas del Atlántico, hasta adentrase en el estrecho de Gibraltar para desovar y regresar al punto de origen.
Tanto es así que ya fenicios, griegos y romanos lo capturaban en diferentes puntos del Mediterráneo, desde el Bósforo a las Columnas de Hércules, estableciendo un próspero comercio basado en su salazón.
Nosotros hemos seleccionado algunos platos de salazón que han perdurado hasta nuestros días y que no puedes dejar de probar porque son auténtica arqueología gastronómica.
Nuestra ruta salazonera comienza en Alicante, adelantándonos a les Fogueres de Sant Joan para probar en la croissantería Quintana (c/Poeta Quintana, 68) la tradicional coca amb tonyina, plato con el que se alimentaba a los ayudantes que colaboraban en la plantà de los monumentos fogueriles. La coca se acompaña de bacores (brevas), la primera cosecha de la higuera, que a finales del mes de junio se encuentra en sazón. Aquí la elaboran durante todo el año, aunque en los días de Hogueras las ventas se disparan.
Seguimos ruta hacía Santa Faz para llegar a Tom by Carabuena, restaurante de pescado y arroces de calidad, que prepara unas croquetas de coca amb tonyina dignas de celebración. Su propietario, antes de entregarse a la restauración, se dedicó a dar de comer a los atunes, pero esa… es otra historia.
Nos dirigimos ahora a la Vila Joiosa, con una importante tradición de salaura. Su mercado alberga la parada de Salazones Romá, que es el paraíso de los salazoneros: sangatxo de atún, tonyina de sorra, mojama, hueva de atún, de maruca, garrofeta, moixa, capellanes, caballa, pulpo, bonito…
En este puesto, además de las piezas más cotizadas como la hueva y mojama de atún, también encontramos piezas menores, lo que comúnmente se denominaba recapte, es decir, lo que se llevaba el pescador a su casa como parte del salario y que por su escaso valor no se vendía en el mercado. Estas piezas, convertidas en salazón, servían para preparar platos de subsistencia.
Una de las recetas más representativa y particular de la gastronomía salazonera vilera es la pebrereta. Se elabora con sangatxo de atún, calabaza vilera y pimientos. El plato cuenta con un concurso de cocina popular (no dirigido a profesionales) que ya va por su 30 edición. Este certamen culinario tendrá lugar el 14 de junio. Tradicionalmente se celebraba en la Plaça de la Llum, en el barrio del Poble Nou, pero debido al éxito de la convocatoria, la ubicación se ha quedado pequeña. Este año, como novedad, se celebrará un concurso infantil a las 18 h en la Plaça de la Llum y el concurso de adultos tendrá lugar a las 20 horas en el Parque de la Antoneta, frente al mar.
Al margen del concurso, nosotros recomendamos probar este plato en un clásico vilero, el restaurante Madrid, en primera línea, acompañado de un vino blanco y mirando al mar.
Después de visitar la Vila Joiosa encaminamos nuestros pasos a Benidorm, tierra de capitanes de almadraba que contó con almadraba propia. La parada obligada es en el restaurante Mal Pas, donde además de poder consumir un buen atún, preparan unos deliciosos “bollos” tradicionales elaborados con harina de maíz, acelgas, melva en salazón y alioli casero.
Nuestro siguiente destino es Dénia, el restaurante Pont Sec, donde el mestre cuiner Pep Romany, elabora con las partes menos nobles del atún, platos tradicionales ya extintos. Con el bull (vejiga natatoria del atún, seca y salada) elabora el guiso de bull amb ceba, la paella de bull y la coca de bull amb ceba.
En Pont Sec, el budellet (tripeta del atún) se prepara como se ha hecho siempre, a la brasa, y se sirve cortado en pequeños trozos, caliente y con un chorrito de aceite de oliva virgen extra por encima. Con les pelletes se elabora el tradicional guiso de tomacat amb pelletes y la coca de tomaca amb pelletes.
Degustando estos platos cerramos un paseo por Las Marinas y un recorrido milenario a través de las salazones.
Foto de portada: huevas y mojama. Foto Ángeles Ruiz.