Casa Rosita, de Jesús Pobre

Rosi, Lluís y Mari Rosa.

  • Jesús Pobre (Dénia)

  • Calle Mayor, 3

  • 636 773 992

  • Abre domin­go, lunes y mar­tes de 9 de la maña­na a 5 de la tar­de. Jue­ves, vier­nes y sába­do de 9 de la maña­na a 12 de la noche. Cie­rra los miér­co­les.

  • Pre­cio medio por per­so­na 20 a 30 euros. Al medio­día entre sema­na hay menú por 13 euros.

Tradiciones auténticas

Juan Lagar­de­ra

Tres o cua­tro gene­ra­cio­nes cum­ple Casa Rosi­ta en la loca­li­dad de Jesús Pobre, uno de los pue­blos que mejor ha con­ser­va­do su esen­cia en la Comu­ni­dad Valen­cia­na. La memo­ria fami­liar de los Pons Puig se pier­de en la noche de los tiem­pos. Pero lo bien cier­to es que en la calle prin­ci­pal de Jesús Pobre, una loca­li­dad con esta­tu­to de enti­dad autó­no­ma que para algu­nas cosas depen­de de Dénia aun­que se encuen­tre más cer­ca de Gata de Gor­gos, exis­te des­de hace déca­das esta Casa Rosi­ta, con sus por­ta­lo­nes y zóca­los anti­guos, su barra abier­ta a la sala de bien­ve­ni­da, terra­za inte­rior y un come­dor con chi­me­nea que se encien­de cada vez menos, por­que aho­ra, sal­vo tem­prano en las maña­nas con rocío del invierno, ya no hace frío en Jesús Pobre, refu­gio de jubi­la­dos euro­peos, depor­tis­tas que huyen de la hiber­na­ción del nor­te así como de arte­sa­nos vin­cu­la­dos al gran Riu-Rau colec­ti­vo que atrae todos los domin­gos a nume­ro­sos curio­sos de la comar­ca.

A día de hoy, gobier­nan la Casa los her­ma­nos Lluís y Rosi, jun­to a sus res­pec­ti­vas pare­jas, Mari Rosa en espe­cial des­de la coci­na, y Jau­me. Abren de bue­na maña­na y cara al fin de sema­na cie­rran a las doce de la noche, y sal­vo los miér­co­les, sir­ven todos los días de la sema­na, inclu­so fes­ti­vos, bata­llan­do sin des­can­so, pri­me­ro con los boca­di­llos matu­ti­nos, al medio­día con unos menús imba­ti­bles de pre­cio (13 euros) y por la noche tiran­do más a las tapas y el pico­teo. El rit­mo es fre­né­ti­co, pero el equi­po está más que engra­sa­do para que el ser­vi­cio sea rau­do y efi­caz. Según qué días, los tur­nos dobles se suce­den. El domin­go, por ejem­plo, con­vie­ne reser­var por­que acu­dir a los mer­ca­di­llos del Riu-Rau de Jesús Pobre se ha con­ver­ti­do en una excur­sión habi­tual para veci­nos y turis­tas. En esos arcos, don­de a veces se can­ta country y folk anglo­sa­jón, resi­de una de las esen­cias del Medi­te­rrá­neo, la del comer­cio de la pasa de las uvas mos­ca­tel, de cepas que vinie­ron de Ale­jan­dría, pero cuyas pasas ter­mi­na­ron en los plum cakes bri­tá­ni­cos, gene­ran­do rique­za en la Mari­na y modi­fi­can­do para siem­pre tan­to sus cos­tum­bres como la arqui­tec­tu­ra popu­lar.

El llar de Casa Rosi­ta.

Tras mucho esfuer­zo dia­rio, Rosi y Mari Rosa, here­de­ras del Rosi­ta, han con­se­gui­do ser reco­no­ci­das por la Rep­sol con un Sole­te. Se lo mere­cen, por el empe­ño en el tra­ba­jo y por ser fie­les al rece­ta­rio que han here­da­do de padres y abue­los. Aquí se pre­pa­ra la coci­na de toda la vida en las casas del pue­blo. Siem­pre hay una bue­na ensa­la­da con sus encur­ti­dos, coents (pipa­rras pican­tes), cebo­llas dul­cí­si­mas y acei­tu­nas ali­ña­das, aun­que en verano la cose­cha pro­pia de toma­tes es real­men­te fabu­lo­sa. Las sala­zo­nes y las anchoas en acei­te tam­bién son reco­men­da­bles.

A dia­rio sue­le haber pilo­ta envuel­ta en hoja de col riza­da y cal­di­to del puche­ro, lo cual siem­pre se agra­de­ce, y una bue­na fuen­te con pa torrat y all i oli. La fri­tu­ra, de escom­bros (cala­mar­ci­tos rebo­za­dos solo con hari­na) o de pes­caí­to, es impe­ca­ble. Y lo mis­mo cabe decir del híga­do a la plan­cha, una de las espe­cia­li­da­des de la casa. Una plan­cha que opti­mi­za, inclu­so, la mer­lu­za atlán­ti­ca.

Cala­mar­ci­tos con pen­cas.

Hay tam­bién arro­ces, en espe­cial del sen­yo­ret, seco y en su pun­to para la pae­lla. Más curio­so y opi­na­ble, en cam­bio, resul­ta su afa­ma­do arroz con lomo y cebo­lla, que debe su éxi­to a su poten­cia de sabor. Hay que encar­gar­lo con ante­la­ción, no obs­tan­te. En cual­quier caso, la visi­ta a Casa Rosi­ta en bus­ca de reen­con­trar el tipis­mo culi­na­rio olvi­da­do bien vale la pena.

Últi­mas visi­tas, noviem­bre 2024


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