Carlos López
Bodegas Marta Maté (Tubilla del Lago, Burgos) nació para hacer futuro. Cuatro amigos, cuatro socios que quieren realizar algo extraordinario en una región privilegiada como la Ribera del Duero. Con Denominación de Origen desde el año 1982, cuenta con 307 bodegas que elaboran más de 2.200 marcas de vino; un 25% de la producción de uva se recoge mediante vendimia mecánica y entra en un 29% a las bodegas.
De la mano del concepto más ancestral vitivinícola (suma del cultivo de la vid y la elaboración del vino), impregnados de juventud y un punto de vista divergente respecto hacia dónde va el futuro del vino, en pleno corazón de la Ribera del Duero, aparece Bodegas Marta Maté que se embarca en la búsqueda de algo único. Es en 2013 cuando encuentran aquello que buscaban: ubicación en una zona desconocida, situación en el extremo norte de la D.O., mayor altitud, terruño a explorar y sabores por conocer.
La gran apuesta por la biodiversidad, la mínima intervención ecológica y un excelso trabajo anual de campo se resumen en que en cada cosecha más del 99% de las uvas supera la mesa de selección; esto es garantía de un resultado óptimo en botella.
Nos recibe César Maté, afable, agradable, sonrisa entrecortada. Solo con su gesto y movimiento atrapa la atención. Su pensamiento contracorriente no puede estar más repleto de sostenibilidad (ahora que está de moda esta palabra). La búsqueda de la excelencia y del buen caldo se hace mirando más a la viña y el suelo, dejando a un lado, y con la justa interpretación, los parámetros analíticos de laboratorio.
Si a lo anterior le sumas el lugar “perdido y fuera de lo común” donde se encuentra la bodega; que César (limpio de pasado, disputas y vicios) procede de un mundo distinto a la viticultura, las bodegas y los vinos, y cuyos estudios en finanzas no pusieron límites a lo que era su verdadera pasión, la enología; la ecuación da un resultado estratosférico: la conceptualización de que el vino debe ser un auténtico diamante rojo. Véase, como ejemplo, que la producción máxima permitida en Ribera del Duero es de 7.000 kg/ha, siendo la media de 5.400 kg/ha, y la de Bodegas Marta Maté es de 4.000 kg/ha.
César tiene grabado en la piel lo que trasmite; lo tiene tan interiorizado como su obsesión para que las uvas ramifiquen cuantos más metros bajo tierra, mejor. El objetivo final es obtener uvas y vinos con identidad, complejidad, alma y profundidad. Es decir, un gran Ribera del Duero y algo más.
Su discurso es de futuro, no se está enfrentado con el progreso, está a disgusto con los métodos cómodos, inamovibles y estandarizados contemporáneos. La apuesta se verbaliza en que cada botella de la bodega cuente una historia a través de un sabor desconocido, sorprendente, heterogéneo, multiplural.
¿Y por qué todo esto? Porque se pretende una procedencia única: viñedos situados en la latitud más norte de la Ribera del Duero y por encima de la altitud media. Hace años, de locos, ahora empieza el aplauso y la palmadita.
Y también porque se busca que cada cliente pueda disfrutar de vinos bajos en sulfitos procedentes de viñedos ecológicos; con acidez equilibrada, ideados para maridajes llenos de frescura, que pueden ir de la mano con una gran variedad de productos y elaboraciones. Respecto a los vinos longevos, los pretenden con características organolépticas inalterables durante tiempo.
¿Dónde buscan la diferencia? En la motivación y reflexión (contracorriente) que les lleva a concebir vinos que proceden de proyectos novedosos y renovadores, elaboraciones muy apetecibles que quieren nacer “ajenas” a la Ribera más clásica, en las que la barrica y la potencia en boca deben quedar en un segundo plano. Para lograrlo, se basan en tres pilares:
- Ubicación privilegiada: los viñedos se encuentran en un lugar único de R.D., en la latitud más norte y a una altitud por encima de 900 metros (la altitud media de R.D. es de 800), aspectos geográficos que unidos a las características edafológicas definen el (su) terruño. Estas condiciones favorecen la salud de las plantas y las protegen de plagas y enfermedades.
El objetivo es aumentar la diversidad dentro del viñedo, de ahí que localicen hasta dieciséis clases diferentes de suelos complejos (arenas, calizas puras, con zonas de arcillas y limos…) y redescubren la uva Tinto Fino (Tempranillo de Ribera del Duero) con diferentes clones de la Ribera, que cohabita con las variedades Albillo y Garnacha. Se formula identificar y seguir el desarrollo de las plantas adventicias y la microfauna, dentro y fuera de los viñedos, para el conocimiento de la evolución de cada suelo.
- Biodiversidad: Practican viticultura ecológica, mejorada mediante la alianza con la naturaleza. Favorecen la vida de los microorganismos del suelo para mejorar, de forma natural, las condiciones de vida de las plantas. Evitan la compactación del suelo, no utilizan biocidas ni abonos químicos para que la planta exprese donde vive.
Fomentan la presencia de mamíferos, reptiles, insectos y aves mediante la colocación de nidos, muros secos de piedra y hoteles de insectos. Reforestan laderas y zonas de no cultivo con especies vegetales autóctonas.
Apuestan por la mejora del cultivo, aprendiendo con la naturaleza, creando un ecosistema en equilibrio con el que reducen en un 95% el ataque de plagas y enfermedades que lesionan las vides. Estas actuaciones, junto con el aclareo de racimos, aseguran que en el momento de la vendimia los racimos de las plantas ya estén seleccionados.
Con el fin de mejorar la biología de los suelos, la salud de las viñas y, por ende, la mejor expresión en las uvas, practican una producción ecológica por sencillez y racionalidad: pican los restos de poda, utilizan intercepas, manejan cubiertas vegetales naturales, compostan con estiércol de oveja, utilizan tracción animal y limitan los pases con maquinaria para no compactar.
- Mínima intervención enológica: Cuando la uva entra en bodega, en busca de su óptima calidad, se pasa por la mesa de selección de racimos o por la de selección de uvas, dependiendo de su destino. Menos de un 1% de la uva se retira de las citadas mesas.
Para que la elaboración de los vinos obtenga la máxima expresión del terruño, disponen de depósitos de hormigón y de depósitos troncocónicos de acero inoxidable, con capacidades medias de 10.000 litros. Para el envejecimiento, en madera, utilizan barricas con capacidades entre 300 y 600 litros, superiores a la capacidad estándar (225 litros).
A ello se le suma el método de las fermentaciones espontáneas con levaduras indígenas y con adiciones muy bajas y controladas de anhídrido sulfuroso, en cantidades rebajadas.
Respecto a la gama de vinos, ofrecen una colección diversa y divertida (entre otros: Primordium, El Holgazán, Viñas del lago, Los perejiles, Marta Maté raspón, Marta Maté rosado) cuyo denominador común es el tratamiento ecológico. En boca encontramos fluidez y frescura derivada de la naturalidad de la uva y exclusiva selección, acidez natural y bajo contenido en sulfitos. Y de manera singular, cada gama con sus marcados aromas, toques, fondos, matices y precio de salida.
En definitiva, en esta bodega se busca, de manera ardiente, la innovación y conocimiento en el viñedo, lo que ayuda a trabajar con precisión cada parcela, disponiendo al instante de datos actualizados y comparativos de las fincas durante el año en curso. Hacer vino es lo último, priorizan el objetivo de conocer el suelo a nivel de compactación, sanidad, estructura y composición a través de la identificación de su flora y fauna como indicadores.
César y todo su equipo conciben y hacen vinos para gente que todavía no ha nacido. La uva será, de manera cíclica, lo que le damos de comer. No olvidemos que Dios perdona siempre, los humanos, a veces, y la naturaleza, nunca.
Gracias por vuestro tiempo, disposición y dedicación. Que Dios bendiga al equipo y el trabajo que estáis realizando.
Crónica de la visita a las bodegas Marta Maté, en noviembre de 2022.