Iris y Jose, propietarios de Apyrita. Foto: Ángeles Ruiz
Creatividad y clásicos revisados con acierto
Ángeles Ruiz
Apyrita es el sueño de dos personas con larga trayectoria en hostelería. Ella, Iris Rebeca Wolff, llegó de Holanda. Él, Jose María Sánchez Torregrosa, de más cerquita, de San Vicente del Raspeig. Le pusieron a su sueño Apyrita, piedra semipreciosa que desde hace siglos diversas civilizaciones han usado como amuleto asociándola a la prosperidad, la creatividad y la armonía. Se puede comer a la carta o escoger uno de sus dos menús: Apyrita (23€) o Turmalina (45€).
En primer lugar, nos sirven una sardina ahumada con curry verde y pimientos del piquillo macerada en vinagre de uva Chardonnay. El toque especial se lo da el seroendeng, la mezcla de cacahuete, coco y especias, propio de la cocina de Indonesia, que sirve de acompañamiento al arroz o se añade a las salsas. A continuación llegan las croquetas con tinta de chipirón y alioli de perejil.
Después aparece un clásico revisado, un steak tartar de picaña de vaca con queso idiazábal y yema a 65º. El toque picante propio de este plato que habitualmente lo aporta la pimienta, la mostaza, la salsa Perris o el tabasco, ha sido sustituido con el chipotle (chile secado y ahumado que se prepara encurtido con panela o en adobo).
Nos intriga saber cómo han resuelto una carbonara que han denominado “setas, trufa y carbonara”. Se trata de una versión libre del plato, sin huevo, con una base de sopa de cebolla reforzada con parmesano Grana Padano y setas (nos parece distinguir champiñón y setas chinas). Lleva un toque de crujiente en forma de panceta frita. No es una carbonara al uso, pero la creación resulta muy acertada.
De postre solicitamos el choco-latte. Se trata de una ganache (emulsión de nata y chocolate) 70% cacao con espuma de chocolate blanco, chococrispis y crumbel de cacao.
Cerramos con una mentireta, bebida oficial de Moros y Cristianos de Alcoy, de las Hogueras de San Juan y de la Vila Joiosa que en Apyrita sirven con granizado de limón, espuma de cítricos, almíbar de café y café licor.
La carta de vinos, aunque no es extensa, presenta referencias bien seleccionadas e interesantes. Aunque al local no atrae por su decoración y le falta revisar la iluminación para dotarlo de algo de calidez, en el balance final la valoración es elevada: se come muy bien y a un precio más que razonable, la selección de vinos es interesante, la atención en sala correcta, cercana y apetece repetir experiencia. No se pueda dar más creatividad por menos.
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Fotos: Ángeles Ruiz