Miquel Gilabert y Almanaque Gastronómico inician un recorrido para conocer productores de proximidad

El chef y propietario del Restaurante Mare en Benidoleig nos acercará a las personas que siguen trabajando para poder disfrutar de productos frescos y de calidad bajo la denominación de la Comunidad Valenciana.

Juanjo 5 Oliveres: una apuesta por la tierra, las cerezas y la vida.

En medio de las montañas de la Marina Alta, en la vall d’Alcalà de la Jovada, Juanjo 5 oliveres cultiva algo más que cerezas: cultiva resistencia, memoria y futuro.

Este valenciano apasionado por la cocina, la naturaleza y la vida, defiende un modelo de producción ecológico, artesanal y arraigado al territorio, a pesar de las adversidades meteorológicas y económicas.

Las cerezas de Juanjo provienen de árboles jóvenes, de seis o siete años, que crecen con fuerza y energía. Aun así, su juventud no los hace inmunes a los cambios radicales que sufre el campo. Aunque en 2025 las lluvias han sido benignas, venimos de varios años de sequía extrema. El cultivo es de secano y el aumento de temperaturas en invierno se ha convertido en un problema recurrente.

Según la sabiduría popular, el cerezo necesita entre 350 y 400 horas de frío intenso para descansar. Si no hace frío, el árbol no entra en un verdadero reposo, pierde la hoja más tarde, se estresa y la floración se alarga hasta 21 días, cuando lo ideal serían tres. Este desequilibrio afecta directamente a la producción y a la calidad del fruto.

Juanjo apuesta por una agricultura regenerativa. Ya no labra todo el campo como se hacía antes: deja bandas verdes entre las filas de árboles, que favorecen la presencia de insectos beneficiosos para el cultivo. Este método, financiado por programas europeos y coherente con su filosofía ecológica, crea un ecosistema vivo y sostenible.

El cultivo de cerezas atraviesa momentos críticos. Las ayudas de la administración llegan de forma puntual, pero no cubren la incertidumbre de quien trabaja a merced del clima. En otros valles se ha intentado el riego por goteo, pero en el caso del cerezo no ha funcionado como se esperaba.

El mercado global tampoco ayuda: la rentabilidad es mínima y muchos jóvenes abandonan el campo. Pero Juanjo advierte: si el mundo rural desaparece, también lo hará la capacidad de producir alimentos de calidad. El miedo a que grandes lobbies acaben controlando la producción en invernaderos ya no es tan lejano.

Al contrario de lo que ocurre en las grandes superficies, las cerezas de 5 Oliveres se recogen en su punto óptimo, con cuidado y respeto. Se venden de forma directa, con nombre y apellidos, y con la historia de quien las ha hecho crecer. En casa, las transforman en mermeladas, licores o las utilizan en repostería tradicional, siempre buscando el sabor propio de cada familia.

Juanjo representa a una generación de agricultores que resisten, que innovan y que no quieren renunciar a su tierra. A pesar de los inviernos templados, las sequías extremas y los precios injustos, su proyecto demuestra que otra agricultura es posible.

Su trabajo no es solo un acto de producción, sino también de resistencia cultural, ecológica y humana. Como él mismo dice, «el día que desaparezcamos nosotros, desaparecerá la comida de verdad».

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