El Aplec 2023 rinde homenaje al botánico Cavanilles

Una treintena de los mejores chefs de España, que acumulan 51 estrellas Michelin y 79 Soles Repsol, se han adentrado en la Albufera en un encuentro organizado por la D.O. Arròs de València y Turisme Comunitat Valenciana para sumergirse en la cultura, el territorio y el folclor en torno al arroz más famoso de España.

El atar­de­cer en la Albu­fe­ra es uno de los momen­tos más her­mo­sos que rega­la, cada día, este hume­dal valen­ciano que, des­de hace más de mil años, per­mi­te el cul­ti­vo del arroz más pres­ti­gio­so del país. Casi trein­ta coci­ne­ros de pres­ti­gio, acom­pa­ña­dos de gas­tró­no­mos y exper­tos en el cereal, se han acer­ca­do has­ta sus cam­pos de cul­ti­vo para comen­zar la pri­me­ra jor­na­da del Aplec, un encuen­tro gra­cias al que, has­ta el 12 de sep­tiem­bre, se sumer­gi­rán de lleno en la rique­za de un terri­to­rio que ha mar­ca­do, de mane­ra inde­le­ble, la cul­tu­ra, el fol­clo­re y la eco­no­mía valen­cia­nos. Orga­ni­za­do por la D.O. Arròs de Valèn­cia y Turis­me Comu­ni­tat Valen­cia­na, este even­to ha comen­zó rayan­do el atar­de­cer en uno de los embar­ca­de­ros del hume­dal, en el que varias albu­fe­ren­cas (bar­cas típi­cas de la zona, capa­ces de sur­car las aguas poco pro­fun­das del lago) les espe­ra­ban para ofre­cer­les la posi­bi­li­dad de ver caer el sol en medio de estas tran­qui­las aguas. Entre los pre­sen­tes se encon­tra­ban chefs de tan­to nivel como Qui­que Dacos­ta, Ricard Cama­re­na, Bego­ña Rodri­go, Ele­na Arzac, Iván Cer­de­ño, Pepe Solla, Jor­di Roca, Paco Pérez, Nacho y Esther Man­zano, Fran Mar­tí­nez, Lluís Valls, Kiko Moya, Susi Díaz, Miguel Barre­ra, entre otros.

Conocer la historia del arroz en Valencia

Sali­da en bar­ca por la Albu­fe­ra.

El Aplec tam­bién ha ser­vi­do para apren­der más sobre la his­to­ria del arroz en Valen­cia. Fue­ron los ára­bes, exper­tos agri­cul­to­res, los que tra­je­ron este cereal y empe­za­ron a cul­ti­var­lo apro­ve­chan­do las inun­da­cio­nes natu­ra­les de la Albu­fe­ra. Sin embar­go, cuan­do los cris­tia­nos recu­pe­ra­ron la pla­za y, siglos más tar­de, expul­sa­ron a los moris­cos, los pobla­do­res que que­da­ron no fue­ron capa­ces de con­ti­nuar con las plan­ta­cio­nes con la mis­ma efi­ca­cia. Ade­más, al arroz se le atri­buía la alta inci­den­cia de palu­dis­mo que trans­mi­tían los mos­qui­tos de estas zonas pan­ta­no­sas. Poco a poco, se aban­do­na­ron los tan­cats (plan­ta­cio­nes) y este cereal fue lan­gui­de­cien­do.

En el siglo XVIII, el botá­ni­co valen­ciano Anto­nio José Cava­ni­lles, ilus­tra­do con­ven­ci­do, tuvo la opor­tu­ni­dad de visi­tar el entorno albu­fe­ren­co para cono­cer, de pri­me­ra mano, la reali­dad de sus habi­tan­tes. En un pri­mer momen­to, este cien­tí­fi­co afran­ce­sa­do era un acé­rri­mo enemi­go del arroz, pues le acha­ca­ba todos los pro­ble­mas de salud que aso­la­ban a la gen­te. Pero al tener la opor­tu­ni­dad de estu­diar y ana­li­zar, cam­bió su opi­nión y fue capaz de demos­trar con sus inves­ti­ga­cio­nes que el cul­ti­vo del arroz era una prác­ti­ca via­ble úni­ca­men­te en super­fi­cies natu­ral­men­te húme­das.

Cava­ni­lles pudo pro­bar que, en espa­cios en los que el agua esta­ba natu­ral­men­te pre­sen­te, como la Albu­fe­ra, la inci­den­cia de enfer­me­da­des era mucho menor que en otras pobla­cio­nes, como las del nor­te, en las que se inun­da­ban los cam­pos arti­fi­cial­men­te. Los asis­ten­tes pudie­ron asis­tir a una tea­tra­li­za­ción en torno a la figu­ra de este cien­tí­fi­co, que escri­bió nume­ro­sas car­tas sobre el tema. Gra­cias a sus esfuer­zos, el arroz resur­gió y fue a prin­ci­pios del siglo XX cuan­do se con­so­li­dó gra­cias a la prác­ti­ca de los ate­rra­mien­tos, téc­ni­ca median­te la cual los arro­ce­ros trans­for­ma­ron gran par­te de la super­fi­cie ribe­re­ña del lago de la Albu­fe­ra en cam­pos de cul­ti­vo de arroz.

Arroz cul­ti­va­do en la Albu­fe­ra de Valen­cia.

Hoy en día, se man­tie­ne la pre­mi­sa de reser­var el cul­ti­vo del arroz úni­ca­men­te a las zonas pan­ta­no­sas que pres­cri­bió Cava­ni­lles per­du­ra. De esta for­ma, la super­fi­cie del arro­zal valen­ciano, de cer­ca de 15.000 hec­tá­reas, se man­tie­ne esta­ble y, dado que el cul­ti­vo se reser­va úni­ca­men­te para los terre­nos aptos para él, dicha super­fi­cie no se verá nun­ca aumen­ta­da.

La Albu­fe­ra es un ejem­plo clá­si­co de antro­pi­za­ción, pues la mano del hom­bre es deci­si­va para man­te­ner la lámi­na de agua en la que todo el año viven aves y otras espe­cies ani­ma­les y vege­ta­les. Su valor bio­ló­gi­co y su espe­cial idio­sin­cra­sia le valie­ron adqui­rir la cate­go­ría de Par­que Natu­ral en 1986.

La barra­ca de la D.O Arròs de Valèn­cia.

La jor­na­da fina­li­zó en la barra­ca de la D.O. Arròs de Valèn­cia, una de las pocas ori­gi­na­les que que­dan en pie. Vivien­das muy humil­des, edi­fi­ca­das con mate­ria­les abun­dan­tes del país como cañas, paja y barro, estas se carac­te­ri­zan por su teja­do a dos aguas, de gran incli­na­ción. Hoy en día, no es sen­ci­llo encon­trar mano de obra que sepa man­te­ner­las y con­tro­len téc­ni­cas como la de su imper­mea­bi­li­za­ción natu­ral. En los jar­di­nes de esta barra­ca, rodea­da de arroz y agua, los asis­ten­tes han podi­do dar cuen­ta de una sucu­len­ta cena a base de pla­tos típi­cos que han coci­na­do espe­cial­men­te para ellos.

Pep Romany, del res­tau­ran­te Pont Sec, en Denia, famo­so por sus cocas, pre­pa­ró el bude­llet de ton­yi­na (sala­zón de intes­tino de atún), bull en ceba (estó­ma­go de atún) y una coca de dac­sa amb gam­ba amb ble­da, pla­to tra­di­cio­nal de La Mari­na, con gam­ba y acel­ga. Por su par­te, Manu Yar­za (Res­tau­ran­te Yar­za, Valen­cia), ela­bo­ró unas tos­tas rillet­tes de pato con cala­ba­za y pechu­gas de pato a la bra­sa con cre­mo­so de chi­ri­vía y acei­te de cane­la. Adol­fo Cuque­re­lla (Res­tau­ran­te la Gran­ja, Sue­ca) y Raúl Magra­ner (Res­tau­ran­te Bon Aire, Valen­cia) fue­ron res­pon­sa­bles, al uní­sono, de una pae­lla d’all i pebre, gui­so indis­pen­sa­ble de la Albu­fe­ra a base de angui­las y mucho ajo.

San­tos Ruiz duran­te su inter­ven­ción.

Por su par­te, el geren­te de la D.O, San­tos Ruiz, en sus pala­bras de bien­ve­ni­da recal­có que esta edi­ción del Aplec quie­re poner en valor la figu­ra del botá­ni­co Cava­ni­lles como un per­so­na­je ilus­tra­do, defen­sor del cereal que hoy es cono­ci­do, por su cali­dad, en todo el mun­do. «Gra­cias a su defen­sa del cul­ti­vo, hoy pode­mos dis­fru­tar de este pro­duc­to úni­co. La Albu­fe­ra aco­ge la mayor par­te de su pro­duc­ción, y el mar­jal es un pai­sa­je que engan­cha, que tie­ne algo mági­co. Valen­cia es la pri­me­ra zona de Espa­ña en la que se empe­zó a cul­ti­var el arroz, y es un signo de iden­ti­dad de los valen­cia­nos. En el siglo XVIII, nos encon­tra­mos a Cava­ni­lles, un per­so­na­je fas­ci­nan­te que se con­vir­tió, gra­cias a su avi­dez inte­lec­tual, en uno de los botá­ni­cos más des­ta­ca­dos de Euro­pa. Tam­bién fue con­tra­ban­dis­ta de libros, pues man­da­ba libros prohi­bi­dos por la coro­na espa­ño­la des­de París, adon­de tuvo que huir por sus ideas pro­gre­sis­tas. Des­en­can­ta­do por los des­ma­nes de la Revo­lu­ción fran­ce­sa, regre­só a Madrid y el rey, para que no le impor­tu­na­ra, le man­dó a cata­lo­gar la flo­ra de la penín­su­la. Su pri­mer des­tino fue la Albu­fe­ra. Lle­gó lleno de pre­jui­cios con el arroz, e inclu­so enfer­mó de fie­bres. Pero al reco­rrer todos los pue­blos, vio que en las zonas más altas, no pan­ta­no­sas, la mor­tan­dad era muy alta. Pero en las zonas que sí, como la Albu­fe­ra, la gen­te enfer­ma­ba menos y esta­ban mejor nutri­dos. Por ello, se empe­ñó en reco­men­dar a los gran­des terra­te­nien­tes a que limi­ta­ran el cul­ti­vo de arroz a las zonas pan­ta­no­sas, has­ta alcan­zar las dimen­sio­nes actua­les».

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