Elisardo Antolín, copropietario del restaurante. Foto: Ángeles Ruiz
Pispas en el centro de Alicante
Ángeles Ruiz
La Plaza de los Luceros / Plaça dels Estels, donde confluyen cuatro grandes avenidas, es uno de los lugares más representativos de la ciudad de Alicante. Presidida por una monumental fuente, obra del escultor alicantino Daniel Bañuls y construida en 1930, es el punto de encuentro donde la ciudadanía se reúne para celebrar los logros deportivos, disfrutar de una mascletà o salir en manifestación. Un auténtico meeting point que en la última década ha visto como prosperaban a su alrededor numerosos bares y restaurantes. A media tarde y los domingos por la mañana, resulta difícil encontrar una mesa libre en la zona de la plaza donde brilla el sol.
En este entorno se sitúa el restaurante Pis Pas, que como su nombre indica evoluciona rápidamente. Lleva tan sólo dos años abierto, pero en ese tiempo la empresa ya se ha transformado en un grupo. Los propietarios son Luis Miguel Cifuentes y Elisardo Antolín (Eli para los amigos, una persona conocida y querida en Alicante tras veintiún años siendo el alma de la barra del Nou Manolín). Ya han montado también el Iruña Bar (Plaza de los Luceros, 18) convirtiendo una emblemático bar-cafetería con historia, que cayó en decadencia, en un lugar donde se puede disfrutar de un buen desayuno y unos churros excepcionales; así como el Pis Pas San Juan (Maestro José Garberí Serrano, 5), un local de vanguardia en una zona muy ambientada en verano.
Pis Pas Luceros, el primero que abrieron, es un lugar amplio con una atractiva decoración, dividida en dos plantas y una terraza que es la joya de la corona. Tiene una oferta amplia: marisco, frituras, entradas, pescados, carnes… Además, siempre hay algunas sugerencias del día anotadas en una pizarra. La carta cuenta con un apartado con cuatro montaditos apetecibles: brioche de cangrejo, lomo de atún, solomillo de ternera y lomo ibérico, que permiten al comensal disfrutar de calidad con una cuenta final ajustada.
Comenzamos, acertadamente, con una deliciosa tosta de atún rojo marinado. Un atún sabroso, jugoso, servido con un lecho de algas y condimentado en su justa medida. Nada sobraba, no había nada que distrajera la atención sobre el delicioso atún que estábamos degustando. Lo agradecimos. En estos casos, menos es más. Le siguieron unos buñuelos de bacalao y un pulpo a baja temperatura braseado, que llegó a la mesa bien presentado y rico, tierno, aunque la textura para nuestro gusto era en exceso blanda, pasado de cocción.
Unos pocos arroces con buena presentación y efluvios atrayentes desfilan por la sala ambientada de público: de magro y verduras, de bacalao y cebolla (tenemos que volver para probarlo), de atún, a banda y de pata. Nosotros pedimos este último. Hay tres elementos que determinan el consumo o no consumo de un alimento: la palatabilidad, la digestibilidad y la metabolicidad. Es la palatabilidad (calidad de ser un alimento grato al paladar) la clave para los otros dos. Y desde luego este arroz la cumple, es meloso, delicioso sabroso… Sin embargo, la digestibilidad es otra cosa.
Para terminar, o para empezar según se desee, la casa ofrece buena coctelería. Vuelve a estar de moda el Moscow Mule, el cóctel que inventaron en Nueva York un productor de cerveza y un distribuidor de destilados para convertirlo en un clásico. Va muy bien con el clima alicantino, se sirve en una jarra de cobre que mantiene bien el frío. El primer trago es refrescante y ácido a la vez. Lleva vodka, cerveza de jengibre, zumo de lima y hierbabuena de remate. Aquí los preparan muy bien y la terraza del Pis Pas invita a la sobremesa. La atención es esmerada. No podía ser menos con Elisardo dirigiendo al personal, con más experiencia y kilómetros en sala que los trenes de larga distancia.
Última visita 12/1/2024
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