Adictos al almuerzo
Carlos López
Bajo el nombre de cassalla (cazalla en castellano; bebida oriunda de un pueblo de Sevilla; actualmente una bebida alcohólica típica de la Comunidad Valenciana. Resulta un aguardiente con una graduación entre 40–45 grados, que viene a ser un licor de anís seco), entramos en un local rectilíneo, qué salvando la barra de entrada, la cocina y el alicatado de las paredes, se caracteriza por un interior con estilo moderno y vivo, asimilado al escandinavo, por sus tonos blancos, claros y grises.
Este local, situado en el Ensanche sudoeste de la ciudad, guarda alguna similitud conceptual respecto de su vecino, majestuoso y voluminoso mercado de Abastos (centro de encuentro y reunión). Proyecto del arquitecto Javier Goerlich Lleó, que combina el racionalismo funcionalista con una decoración historicista valenciana.
Cassalla es el fruto de años de trabajo (desde 1989) por un grupo de amigos que se conocen desde que llevaban pañales y que han ido creciendo con una obsesión: comer y beber bien. Han sabido trasladar, readaptar y revitalizar un bien común a todo valenciano: dónde reunirse, disfrutando de amistad y buena mesa alrededor del almuerzo. Así nació el Grupo Gastroadictos: bares y restaurantes con alma local, de barrio y familia.
Es una voladura ver como todos los días de la semana, el ambiente de este Cassalla resulta festivo, lúdico, cálido. Amigos, pandillas, familias, parejas, reuniones de trabajo, los bien hallados jubilados y cualquiera que se preste a disfrutar de un buen almuerzo (esmorzaret en valenciano normalitzat), se debe acercar a este “bar”, que respira comodidad, viveza, agitación y buena disposición de los elementos básicos que debe tener un bar: majestuosa barra, amplitud de mesas y reservados, óptima disposición y separación entre las mismas, cocina a la vista del público; servicio ágil y alineado, comandas que esperan el cante del camarero y salen casi al ritmo de su desplazamiento hacia la cocina.
¿De dónde viene el esmorzaret?
Todo comenzó en l’Horta, donde se recoge el fruto de las propuestas de proximidad. Del duro trabajo de labranza se pasaba al almuerzo en bares y locales cercanos. Se permitía que la gente se llevara de casa el bocadillo, abonando únicamente la bebida y el aperitivo que lo acompañaba. De ahí, al característico entrante a base de cacau del collaret (variedad autóctona del cacahuete), encurtidos varios, olivas, tramussos (altramuces) e incluso ensaladas con abundante tomate y cebolla tierna. Hasta el televisivo e influyente cocinero José Andrés se ha tirado de la moto y llena internet con la idea de que la cuna del esmorsaret es Borbotó. ¡Estamos locos o qué! Pero no molesta ni ofende.
El sitio es un tributo a la tradición: todo buen esmorzaret comienza con una buena picaeta (aperitivo) regada con cerveza bien fría o vi amb llimonà (vino con gaseosa). Llegan los aperitivos al centro de mesa, raciones y bocados; para acabar con platos fuertes consistentes en rellenar unos panes (a veces pantagruélicos) con la imaginación como único límite: embutidos de cerdo, carnes varias, huevos fritos, tortillas de inverosímiles combinaciones y vegetales varios… ajo aceite, mahonesas etc.
Carta extensa en Cassalla, bien estructura, con buena información e intuitiva: capítulos repletos de almuerzos; picaditas (chacinería, raciones), lateríos, desayunos (compromiso y cortesía), bocadillos, complementos y bandejas al gusto; capítulos de comida / cena, repletos de elaboraciones fuera de carta y por encargo, raciones, ensaladas, entre panes, arroces, brasas, platos y guarniciones.
Centrándonos en el almuerzo. Es fiel reflejo de lo que buscas, en hechuras, diversidad, oferta, tamaño y saturación. A modo de ejemplo y no restrictivo, compartimos:
—Una ensaladilla rusa jugosa, debidamente fresca, lustrosa y bien mezclada.
—La sepia con mahonesa, tersa, con mordisco, generosos cortes a dados, untuosa y brillante.
—Croquetas de cigala y de pollo al ajillo, crocantes, esféricas, fritas y debidamente doradas, su interior cremoso, bien armado aun con algo de falta de potencia palatal.
—Tiras crujientes de careta de cerdo: crujientes, melosas, jugosas y tiernas (no adictas para todos los públicos).
—Bocadillo de tortilla, ajoaceite y longaniza: fiel reflejo de la vasta gastronomía española; correcta ejecución y combinación, aunque la longaniza miraba más a la criolla que a nuestros embutidos del interior de la comarca.
El culmen de esta bacanal se alcanza con el trago final: el cremaet. Enriquecemos el café con ron, que mediante su quema elimina parte del alcohol, se emborracha de azúcar y se aromatiza en su conjunto con canela, granos de café y piel de limón. Palabra de Dios para este final, nuestro ritual del almuerzo. ¡Nosotros evitamos el pinchazo de azúcar en vena!
Tienen un capítulo interesante: el Almuerzo Gastronómico; formato que intenta acercar amigos, vecinos y clientes, el último sábado de cada mes, juntando alrededor de una mesa presidencial a unos 30 comensales. Reinterpretaciones de platos propios, recetas tradicionales del país, paseo por los sabores de la huerta y costa valenciana con productos de temporada, bajo la firma del equipo de cocina.
Me despido ofreciendo al lector la siguiente aportación: ¿Sabían que el significado del término almuerzo proviene de una palabra que deriva del árabe, en concreto de al-morsus que se traduce como «el mordisco»?
Crónica de la visita realizada el 13 de septiembre de 2023.
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