Una de cocas

Ánge­les Ruiz / Ali­can­te

Nada tie­nen que envi­diar­le a la piz­za y sin embar­go no han alcan­za­do su fama.  Ofre­cen la ven­ta­ja de que pue­den con­su­mir­se calien­tes o frías. Las hay dul­ces, sala­das, tapa­das o abier­tas. Pue­de ser­vir­se como ape­ri­ti­vo, como pla­to prin­ci­pal, como merien­da o como pos­tre.  Admi­ten mul­ti­tud de ingre­dien­tes, los prin­ci­pa­les sue­len ser embu­ti­dos, encur­ti­dos, sala­zo­nes y ver­du­ras de la huer­ta, aun­que en la ver­sión más pobre se uti­li­zan hier­bas bor­des (llec­tons, espi­na­cas sil­ves­tre, cama-roges, coni­llets, fenoll…) En cuan­to al ingre­dien­te prin­ci­pal la hari­na, pue­de ser de tri­go o de maíz (dac­sa) o una com­bi­na­ción de ambas.

Cocas, bollos y min­xos son rece­tas repre­sen­ta­ti­vas de la coci­na de la Comu­ni­dad Valen­cia­na, Cata­lu­ña y Mur­cia. Tie­nen un ori­gen humil­de. Por su valor nutri­cio­nal y por la faci­li­dad de con­ser­va­ción de sus ingre­dien­tes han for­ma­do par­te de la ali­men­ta­ción duran­te gene­ra­cio­nes. Bas­ta­ba un poco de hari­na y agua para poder calen­tar el estó­ma­go de un ejér­ci­to Tra­di­cio­nal­men­te se han con­su­mi­do los días de frío y llu­via, y dado lo labo­rio­so de algu­nas pre­pa­ra­cio­nes, los domin­gos y fes­ti­vos.

Cocas sala­das.

Algu­nas de ellas se cir­cuns­cri­ben a deter­mi­na­do terri­to­rio: como la coca de molle­tes ali­can­ti­na, los min­xos de hier­bas bor­des de la Mari­na Alta o la coca de Oli­va, en la comar­ca de La Safor, simi­lar a una piz­za Marghe­rit­ta. Exis­ten cocas que se aso­cian a momen­tos fes­ti­vos como la coca amb ton­yi­na que se con­su­me en Les Fogue­res de Sant Joan acom­pa­ña­da de baco­res. Estas por­cio­nes de sabor están enrai­za­das en nues­tras tra­di­cio­nes, ya que en algu­nas loca­li­da­des toda­vía se lle­van al horno del pue­blo a cocer o se pre­pa­ran los vier­nes siguien­do anti­guas ritua­les, como suce­de con los min­xos de pes­ca­di­lla y chi­pi­rón de Callo­sa d’en Sarrià

Sin embar­go hoy en día, su con­su­mo está más vin­cu­la­da al ámbi­to domés­ti­co y a las pana­de­rías que a la res­tau­ra­ción. Pocos esta­ble­ci­mien­tos espe­cia­li­za­dos encon­tra­mos. Ape­nas algu­na coque­ría como Pont Sec (Camí Vell de Gan­día a Dénia Km 1), don­de Pep Roma­ní se ha preo­cu­pa­do de obte­ner la masa per­fec­ta.

Coca de cho­co alga­rro­ba.

Una ade­cua­da selec­ción de hari­nas y tres días de fer­men­ta­do obran el mila­gro de las cocas de pas­ta bona. Reco­men­da­mos pro­bar ade­más de las ya clá­si­cas sala­das, la coca dul­ce de pos­tre, rega­da con un deli­cio­so cho­co­la­te de alga­rro­ba. En la Mari­na Alta, era tra­di­cio­nal  con­su­mir las cocas que lle­va­ban sala­zón acom­pa­ña­das de un sin­glot de rarïm, el mari­da­je per­fec­to y a mano, para refres­car el pala­dar.

Terra­za de Pont Sec.

Otra coca que nos ha lla­ma­do la aten­ción es la que sir­ven en el Res­tau­ran­te Casa Rural La Espe­ran­za (Par­ti­da Capra­la, 12. Petrer Ali­can­te). Recién pre­pa­ra­da, con la masa calien­te, ver­du­ras y anchoa. Le pre­ce­de unos cham­pi­ño­nes semi cru­dos con toque de pimien­ta, rega­dos con un buen acei­te de oli­va vir­gen extra. Com­ple­tan el menú una ensa­la­da y un cor­de­ro al horno con pata­tas.

Casa Rural la Espe­ran­za.

En este reco­rri­do por el mun­do coca, no pue­de fal­tar hacer una para­da en Beni­dorm, en el res­tau­ran­te Mal Pas (C. de San­ta Faç, 50) para degus­tar unos bollos a la pale­ta con masa de hari­na de y maíz escal­da­da con ble­das, ajos y mel­va. Se sir­ve acom­pa­ña­da de mote­ro de allio­li.

Bollos a la pale­ta.

Final­men­te, en el ámbi­to de las pana­de­rías, reco­men­da­mos pro­bar la coca amb ton­yi­na y las cocas de molle­tes tra­di­cio­nal y con cho­co­la­te de la Crois­san­te­ría Quin­ta­na (C. Poe­ta Quin­ta­na, 68 de Ali­can­te) Cuan­do las están hor­nean­do el deli­cio­so aro­ma inun­da toda la calle y la cola para adqui­rir­las da la vuel­ta a la esqui­na.

Coca de molle­tes.

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