Gerard S. Ferrando
Seguro que los habrán visto por la ciudad de Valencia e incluso por otros lugares. Los carritos de venta de horchata son ya todo un emblema de la capital del Turia, sobre todo en los meses estivales, pero también durante gran parte del año. Ellos son propiedad de una empresa como Món Orxata que en este 2023 cumple 20 años de vida, pero que recoge una tradición cuyos orígenes se remontan a varios siglos, como así nos cuenta uno de sus fundadores, Antón Monforte.
Esta forma de ganarse la vida se originó hace, al menos, 400 años y su testigo lo recogió en su día Món Orxata para dignificar, de paso y casi por casualidad, todo un patrimonio cultural y gastronómico de nuestra tierra.
«En el año 2003 sacamos el primer carrito de venta de horchata ambulante a las calles de Valencia y fue ahí cuando nos dimos cuenta de que estábamos recuperando una tradición centenaria porque había personas mayores que nos felicitaban por haber devuelto estos carritos a las calles», recuerda Antón Monforte. Él explica que fueron entonces a la Universidad de Valencia a investigar y se dieron cuenta de que había documentos e imágenes que hablaban y certificaban la existencia de esos carritos desde hacía varios siglos. En esta línea, nos cuenta que en 1889, en la Exposición Universal de París (para la que se construyó la Torre Eiffel) «un valenciano se fue con tres carromatos con chufa y señoras vestidas de época y puso allí un puesto de venta de horchata durante la Expo».
Él añade que actualmente se piensa en las horchaterías físicas como «algo de toda la vida», pero son algo relativamente reciente. Lo que sí tiene varios cientos de años de historia, por el contrario, es la venta ambulante en carritos.
¿De dónde viene la tradición de vender horchata con carritos?
Como nos cuenta Antón Monforte, para encontrar este origen hay que remontarse hasta los años 1580–1610 cuando aconteció la “Rebelión de los Neveros”. Estos bajaban desde la sierra Calderona o la sierra Mariola donde se almacenaba la nieve en neveras. Pero las autoridades les impusieron un duro impuesto que ocasionó dicha rebelión que afectó mucho a los conocidos como “aguadores». Ellos fueron los precursores de los vendedores ambulantes de horchata y otras bebidas y que usaban, precisamente, el hielo que traían los neveros para refrescar ese tipo de bebidas.
Monforte añade que, precisamente se inspiraron en ellos: «Antiguamente enfriaban estas bebidas con hielo traído desde las montañas. Nosotros hemos recuperado estas garrapiñeras que las diseñamos junto con la UPV en 2002. En vez de corcho, aislamos con hierro e introducimos hielo porque los carritos son autónomos, no van enchufados a la luz ni nada de eso».
El boom de los carritos de horchata
Fue entre finales del siglo XVIII y mediados del XX cuando se produjo la auténtica eclosión de los carritos de horchata no solo en nuestra ciudad, sino también en otras como Madrid. De hecho, personajes como Napoleón Bonaparte, Richard Ford, Gustave Doré, Theóphile Gautier, Vallé Inclán, Miguel de Cervantes, Benito Pérez Galdós, o Emilia Pardo Bazán, fueron grandes amantes de la horchata y chufas callejeras en el Madrid de su época.
La consolidación de las horchaterías y el ocaso de los carritos
Este ocaso de los carritos empezaría a revertirse a finales del siglo pasado. En 1999 Antón Monforte viajó al Amazonas, donde estuvo durante tres meses conviviendo con los indígenas. Allí se fijó y se enamoró de los carritos de chicha: «Veía como se vendía la chicha de manera ambulante. Además, me encantaba su sabor. Y me dije que cuando volviera a Valencia trataría de poner carritos ambulantes de venta de horchata». Dicho y hecho. En 2003, empezó, junto con su hermana, a vender horchata de manera ambulante sin saber, por entonces, que estaban recuperando una tradición ancestral. Aunque pronto los propios usuarios se encargarían de hacerles ver que era así.
Tan solo dos años después recibieron el premio “Empresa Joven” de la Fundación Bancaja y consiguieron la primera cosecha de chufa ecológica certificada con Denominación de Origen Valencia, aplicando técnicas de cultivo sostenibles que respetan los ciclos naturales de la tierra. También fueron impulsores del Museo de la Horchata.
Desde entonces no han parado de acumular éxitos y reconocimientos de todo tipo, aunque, sin duda, el más importante es la repuesta por parte de los consumidores que cada día, a pie de calle, se acercan a sus carritos para consumir su excelente horchata artesanal y ecológica en un año como este 2023 en el que, además, celebran el 20 aniversario de su nacimiento como marca y como recuperación de esta noble tradición.
La chufa, candidata para conquistar otros planetas
Antón Monforte recuerda que ellos fueron los auténticos pioneros en la recuperación del cultivo y comercialización de la horchata ecológica. Él pone en valor que esta fue la forma en que siempre se cultivó, pues los fertilizantes no empezaron a usarse hasta los años 50 del siglo pasado. «Hemos recuperado la forma de cultivar la chufa tradicional, además hay que tener en cuenta que esta es una mala hierba que resiste casi cualquier cosa».
Explica que entidades como la Nasa o la Agencia espacial rusa han incluido a la chufa entre la lista de alimentos que se podrían cultivar en otros planetas. «Se ha demostrado resiste temperaturas de 50 grados, también otras muy frías, sin apenas agua e incluso resiste huracanes. Además, es una bomba nutricional», destaca.
Món Orxata, una empresa comprometida
Otra característica que hace única a Món Orxata es su política de contratación. Desde hace años optaron por apostar por mujeres de mediana edad como vendedoras en sus carritos ambulantes y lo hicieron por varios motivos, como nos explica Antón Monforte: «Nos dimos cuenta de que las señoras de cierta edad eran las que le ponían más cariño, no solo a la horchata, que hay que estar removiéndola para que el poso no se quede abajo, sino también a los clientes, pues se mostraban muy atentas y cercanas con ellos».
Él agrega que ellas daban una cercanía, un trato como de mercado de toda la vida y también un agradecimiento a la propia empresa por darles una oportunidad que no veían en otros perfiles. Monforte afirma que desde hace tiempo colaboran, además, con entidades como la Cruz Roja o con servicios sociales para detectar este tipo de mujeres que necesitan una oportunidad y que están pasando una situación complicada. Algo que, además, ha hecho que reciban varios y merecidos reconocimientos y premios.