Francesc Colomer es uno uno de los gestores políticos más importantes en estos momentos en la Comunidad Valenciana. Él tiene obligaciones de gobierno, pero no es un cargo que pase gran parte del tiempo de cara a la prensa, sino que es un secretario autonómico, nada más y nada menos, que de Turismo. Un sector clave para nuestra Comunidad, que ha sufrido mucho durante la pandemia, pero que se ha reinventado, una vez más para resurgir con fuerza, más preparado incluso e implicado para conseguir «contribuir a la felicidad de los demás».
Juan Lagardera / Gerard S. Ferrando
— Colomer es un hombre enraizado a su entorno, que es el de Benicàssim, una ciudad históricamente turística, donde se desarrolla uno de los primeros balnearios y culturas de playa en la Comunidad Valenciana. Esa génesis en Benicàssim es, en buena medida, lo que le lleva a ser sensible y a interesarse por un tema como el turismo, a pesar de que es licenciado en filosofía.
— Creo sinceramente que existe un vínculo entre la filosofía y la vida, porque la filosofía en definitiva consiste en la búsqueda de la felicidad, desde la cultura griega. Por tanto, pienso que hay una conexión telúrica y material. La filosofía nunca puede molestar, sino al contrario. Es, precisamente, lo que nos quedará al ser humano tras esta cuarta revolución industrial que lo transformará todo, hasta incluso el viaje, el turismo, la tecnología, la condición humana. Por tanto, rescatar valores humanistas siempre será provechoso. Benicàssim, en efecto, posee una gran historia turística. Era ya el Biarritz de Levante en el siglo XIX. Luego la burguesía valenciana lo puso en valor. Tiene también una historia de amor muy bonita: la fundación de Benicàssim como referencia turística vino de la mano de doña Pilar Coloma, la mujer del ingeniero jefe que estaba construyendo el ferrocarril de Levante, quien se enamoró del paisaje, del espacio, de la playa. A partir de ahí construyeron la primera villa, que fue luego el gran reclamo para que se sedimentara allí el veranear y el hacer turismo. Con el paso del tiempo, nos hemos ido reinventando, porque el turismo es también reinvención permanente. Es el fenómeno de innovación social más importante del siglo XX y del siglo XXI. La penúltima reinvención han siso los grandes festivales de música en vivo. Creo que todo eso te condiciona también tu carácter. Me he criado detrás de un mostrador, en la calle Santo Tomás, por tanto, la interacción, la hospitalidad, el tratar bien a la gente también es una filosofía de vida. Una forma de estar en la zona mediterránea. Y creo que todo eso me ha ayudado también.
— Epicuro fue el primer turista entonces….
— Sí, de ese concepto del placer. Hedón, que quiere decir placer, forma parte de la condición humana y de la ciudad turística, que es aquella urbe que hoy es smart city, inteligente… es sostenible, es tecnológica. Es muchas cosas, pero también es aquella que se preocupa de que la felicidad desembarque en la vida de los otros. Tu puedes no conocer una ciudad turística, pero si esta te ha fidelizado, como hacemos aquí, que fidelizamos a mucho turista británico, alemán… es ella la que te conoce a ti. SI está bien diseñada para recibirte conoce al viajero, al soñador, al aventurero, a aquel que busca la felicidad. Son valores muy interesantes que no puedo separar de la pragmática al proyectar inversiones, promociones, formaciones y todo lo que hacemos en clave cotidiana, material, ejecutar presupuestos… Pero sin valores, sin reflexión no estaríamos donde toca.
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