Gerard S. Ferrando / Abel Martí
El pasado miércoles, día 6 de septiembre, arrancó oficialmente la temporada de la uva de mesa embolsada Vinalopó. La única de estas características en el mundo con Denominación de Origen y que ofrece una producción anual de unas 40.000 toneladas. Una uva que forma parte de los productos valencianos de calidad que protege y difunde Molt de Gust, la marca gastronómica de la Conselleria de Agricultura.
Para analizar cómo se presenta esta temporada hemos entrevistado a uno de sus productores como es Antonio Berna quien nos explica no solo las propiedades únicas de esta forma de cultivar la uva, sino también sus previsiones de cara a esta campaña que finalizará, aproximadamente, en el mes de diciembre.
Antonio, ¿cómo se presenta la nueva campaña de la uva de mesa embolsada del Vinalopó que acaba de empezar?
Oficialmente, la campaña de la uva embolsada arrancó el 7 de septiembre, con el corte del primer racimo, al que asistió el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, para llevar a cabo ese corte simbólico y emblemático. Nosotros ya estamos cosechando la uva embolsada hace unos 10 o 12 días. A mediados de julio empezamos con las variedades tempranas que normalmente no se embolsan porque el reglamento de la Denominación de Origen indica que tiene que estar mínimo 60 días embolsadas, por tanto variedades tempranas como la Victoria no da tiempo a que estén ese periodo de tiempo embolsadas. Hemos empezado con la variedad Italia, que es la primera que se recolecta con Denominación de Origen y finalizaremos a últimos de diciembre con la variedad Alero, en medio hay otras variedades también.
Cuando hablamos de uva de mesa, enseguida pensamos en la del Vinalopó, pero, ¿por qué cree que es así? ¿Qué la hace diferente?
La diferencia sustancial es la técnica del embolsado. En la campaña 21–22 cumplimos 100 años porque empezó a embolsarse en los años 20 del siglo pasado. La bolsa la protege de las inclemencias del tiempo, por tanto su piel es más final, se madura más lentamente y tiene más azúcares y mejor sabor. Tiene una serie de características que el resto de uva no tiene. El único problema con el embolsado es que si hay un problema grave de lluvias es complicado darle un tratamiento fitosanitario para secarla o para curarla se puede estropear más rápidamente. Por otra parte, con este tipo de cultivo los residuos que se generan son prácticamente nulos porque la bolsa la protege mucho.
Decía que ya han cumplido 100 años de cultivar la uva embolsada, pero, ¿cómo ha evolucionado también esta técnica con el paso de las décadas?
El papel hace ya bastantes años que es de celulosa virgen, está satinado por la parte exterior para que cuando llueve no se rompa. Por dentro no, esto hace un efecto espejo, los rayos de sol le dan color a toda la uva por igual. Es decir, una uva sin embolsar sucede que la parte donde le da menos el sol está verde y la otra madura, aquí no sucede eso, madura de forma más homogénea. Todo el racimo, por tanto, tiene el mismo color y nivel de madurado. La piel es más fina también. Una uva que no está embolsada tiene más polvo, la piel es más dura para defenderse de las inclemencias del tiempo. Aquí no lo necesita y por eso es más fina, lo que la hace más agradable de comer y menos áspera. Una de las ventajas más importantes es que cuando empezamos la campaña el nivel de residuos estamos al 50% de lo que está autorizado. Es decir, vamos por la mitad de los límites máximos y al mes de campaña casi es cero.
Lo que tal vez mucha gente no sabe es que la vuestra es la única uva embolsada merecedora de una Denominación de Origen Protegida. ¿Desde cuándo es así y qué os aporta esta denominación de Origen?
La Denominación de Origen nació en 1988 cuando se aprobó el reglamento por la Conselleria de Agricultura y a los pocos meses por el Ministerio de Agricultura. Desde entonces tiene esta protección. En principio eran tres variedades: italiana, Rosseti y Aledo. Y ahora son más. Se han ido introduciendo nuevas, se han aclimatado bien, se han embolsado y se han ido añadiendo otras como la Victoria, la Doña María y la Red Globe… También hay otra blanca, pero es más de la zona de Murcia.
En España se consume mucha uva de mesa, pero, ¿a qué países se exporta principalmente?
Va por variedades, las tempranas prácticamente se consumen a nivel nacional. La que tiene mayor exportación es la uva Aledo, que es la que comemos en Navidad. A partir de mitad de octubre/noviembre se exporta sobre todo a Francia e Italia. Otro hándicap de la uva embolsada es que es uva con semilla. No hay ninguna variedad en la Denominación de Origen sin semilla, aunque también se están haciendo pruebas en esta línea. Con la uva de mesa embolsada sucede que los principales países productores son también los consumidores y ocurre que países como Reino Unido consumen casi el 100% sin semilla, igual que Alemania o los países nórdicos, aunque también se exportan allí algunas variedades con semilla.
Este ha sido un año peculiar, con una gran crisis hídrica durante la primera parte, pero con cierta recuperación en lo que llevamos de la segunda mitad del año. ¿Cómo ha afectado a la uva del Vinalopó?
El calor es malo para todas las frutas. El problema fue que la época de floración, sobre el mes de mayo, si hay una temperatura homogénea y no hay muchas humedades la uva cuaja bien, florece por igual, no se apiñan los racimos y el grano está suelto y no tiene riesgo de reventarse, lo que ocurre con el calor. Pero mayo fue un mes irregular y no cuajó bien y está muy desigual. Hay racimos dulces y buenos de comer y otros que cuajaron después y están aún creciendo. Tenemos una campaña difícil porque no está homogénea la uva. No está madura por igual. En una misma parra puede haber uvas que ya se pueden consumir y otras que aún les faltan quince días. El calor incrementa también las plagas porque los hongos funcionan con calor y humedad.
Cada vez está más de moda el turismo gastronómico, las visitas a viñedos, a campos de olivos… ¿Pasa algo similar con la uva de mesa embolsada, os sirve como atracción de la gente a vuestras comarcas?
Sí, desde hace 20 años o así la uva embolsada se ha ido conociendo más. Tenemos una especie de sorteo que mandamos unas papeletas para que la gente venga a ver los campos, los almacenes, se hacen degustaciones… Luego, la gente que viene de vacaciones a Alicante se acercan y se llevan uva antes de volver a sus lugares de origen. Ellos la ven aquí recién cortada y nos dicen que así no la encuentran en el mercado, porque está mucho más fresca y más buena. Además, estamos cerca de la autovía que va hacia Madrid y paran muchos aquí a comprarla y llevársela prácticamente de la cepa.
A nivel gastronómico, ¿cree que está lo suficientemente valorada en los restaurantes valencianos? ¿Qué les diría a los hosteleros para que la incorporen más en sus restaurantes y también a los clientes particulares?
La bolsa de papel ocasiona que esta sea una uva sana, sin residuos fitosanitarios. Desde que se hace el último tratamiento, antes de que se pone la bolsa de papel, han pasado 60 días en el momento de la recolección, por tanto ya ha desaparecido cualquier residuo. Otra cosa es que es agradable de comer, pero parece que en los restaurantes es complicado que apuesten mucho por la fruta. Se decantan más por helados, lácteos… y es complicado meter uva o cualquier otra fruta. Por otra parte, cuando la gente está de vacaciones hay poco consumo porque están desplazados de sus hogares. Cuando regresan se nota que sí que se incrementa el consumo para los hogares.